sábado, 20 de diciembre de 2014

En México se ríen de la muerte, y nosotros lloramos.


Por Juan Pablo Olivetto Fagni

 Pensar en el nacimiento, en la vida, me llevo a pensar en la muerte, y por más que no tenga mucho que ver el tema que voy a tratar con lo que escribo en general, si pretendo ser un buen educador, tengo que cuidar la curiosidad en mí y en mis alumnos. Y qué mejor que empezar dando el ejemplo, regalándome el tiempo y el espacio a mis intereses, y encarar el tema de cómo se entiende y se vive al fenómeno de la muerte en México y por fuera de México.

 La curiosidad nació en una charla sobre exilios de pedagogos a México, en donde la expositora empieza a responder preguntas sobre la sociedad mexicana, y no recuerdo en relación a qué, pero la cuestión es que cuenta como los festejos de los Días de Muertos, las calles se llenan de colores, de calaveras reales y otras comestibles, esqueletos de juguete, mini-ataúdes de azúcar. Cuestiones que a nosotros (occidentales no mexicanos) nos resultan chocantes e inasimilables.

 El Día de Muertos, se le llama a la forma mexicana de vivir las fiestas litúrgicas católicas del Día de Todos los Santos y el Día de los Difuntos, pero a su vez contiene componentes propios de los pueblos originarios de méxico. El primero de los días, que suele celebrarse el primero de noviembre, se lo dedica principalmente a las almas de los niños, y el dos de noviembre a la de los adultos. En estas fechas las familias realizan vigilias en el cementerio y colocan ofrendas en las tumbas de sus familiares, a las cuales decoran y llenan de comidas, músicas, juguetes, todo lo que era de preferencia del difunto. Sin dudas la palabra que describe estos días es la de celebración. Se celebra la muerte, y no sólo estos dos días, sino que ante cada muerte de un ser querido.

 Ahora bien, seguro estas impactado y tenés una sensación de desagrado. Seguramente también pienses que los mexicanos están rre locos ¿Pero si somos nosotros los locos? ¿O si todos lo estamos?

 Pensemos en cuanto nos incomoda este temita de la muerte, en cómo nos cuesta acompañar al que se está muriendo. No creo que la causa de esta incomodidad esté en el dolor que significa una perdida de un ser querido, porque los mexicanos también conviven con ese dolor de la pérdida, pero aún así deciden quedarse con lo bueno de esa persona y compartirlo con los demás, en no vivirlo como una tragedia, sino como una fiesta, mirar la muerte a la cara y perderle el miedo.

 Pareciera que necesitamos mentirnos y creernos que somos inmortales, que no hay límite alguno en nuestra existencia, que podemos tenerlo todo planificado y bajo control. Y el morirse es la única verdad que nos cuesta disfrazar para no entrar en contradicciones, por eso la evitamos. Mientras tanto los mexicanos juegan con la muerte, se ríen de ella, por ejemplo es una costumbre escribir calaveras literarias, que son versos que hablan con tono burlesco de la muerte propia o de otros.

 Por otro lado, los occidentales no mexicanos, tenemos una cuestión particular con las muertes de los seres queridos. En los velorios (yo sólo he ido a dos, y me parecen muy bizarros) parecería que no hay otra que estar mal, llorando a más no poder. Aunque algunos creyentes tenemos el consuelo de que el alma pasa a estar plenamente con Dios (cosa que en México lo viven realmente a conciencia), aún así el drama es ingambetiable.

 En fin, el tema podría seguirse por mucho, pero para no cerrar el tema invito a seguir leyendo y charlando sobre la muerte y otros temas que nos incomoden, démosle espacio y tiempo a nuestra curiosidad, que es el motor de nuestra capacidad de aprender.

Y por último invito a mis amigos a organizarnos para ir conocer un poco de esta cultura allá (espero haberles despertado la curiosidad), y a quienes no me conocen y que tengan el privilegio de tener los recursos vayan a México. A aprender un poco de aquellos que encaran a la muerte, porque no le tienen miedo a lo incontrolable de la vida.


2 comentarios:

  1. Ya conocía esta forma que tienen los mexicanos de vivir la muerte, aunque es difícil salir del asombro. Me parece muy positivo, al cual acompaño, el ver a la muerte no solo como algo natural, sino como algo esperado o como ocasión de celebración (y más para los creyentes). Sin embargo es la forma burlesca en la que se festeja es la que me deja un sabor amargo. ¿Acaso no es un extremo igual al que ve a la muerte como una catástrofe? ¿Quizá no se trata de la otra cara de la misma moneda? Porque ante lo desconocido o lo inexplicable, la negación o la burla pueden ser expresiones de no aceptación.
    De alguna manera celebrar la muerte en si misma ¿no terminaría cayendo en algo morboso?, (que es distinto que pensar en celebrar la vida nueva que secunda a la muerte). Y por ahí, me parece que ridiculizar la muerte es de alguna manera quitarle el respeto que amerita.
    Hay un librito muy interesante (que lo super recomiendo) que se llama "El Paso y la Espera", donde su autor, Mamerto Menapace, hace una analogía entre el nacimiento y la muerte, y en este marco describe tres situaciones particulares en las que se vivió la perdida de un ser querido.
    En cuanto a mi experiencia personal (que también se ve reflejada en el libro), las situaciones de perdida, velatorios, etc son muy diversas aún en una misma cultura. Yo he pasado por tres vivencias de esta índole y debo decir que fueron completamente distintas, en las que la forma en las que se desenvolvieron tuvieron mucho que ver con la madurez emocional de sus participantes.

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  2. Gracias por leer y por compartir tu opinión! Acuerdo con que el tono burlesco es muy chocante, y con que en nuestra cultura hay diversas formas de vivir las perdidas y los velatorios. Como también en la cultura mexicana habrá diversidad de manifestaciones. También comparto que seguramente habrá bastante morbo en ciertas prácticas mexicanas, como lo hay en las nuestras.

    Quizás esas sensaciones de sabor amargo surjan porque es dificil descentrarse de la cultura en la que estamos inmersos.

    Gracias por la recomendación del libro de Menapace, leí otros de él pero no ese, voy a ver si para el verano lo consigo.
    Abrazo!

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