lunes, 19 de septiembre de 2016

¿Podemos volver a vivir en la cultura del presente?


Lore Echagüe

Siendo adolescente, comencé a valorar cuán esencial era alimentar mi vida espiritual. Me daba cuenta que tener la disciplina y la rutina de rezar no sólo afianzaba mi relación con Dios, sino que me ayudaba a sentirme serena y tranquila para tomar las decisiones que necesitaba. Mejor aún: sentía que las cosas que hacía, siempre que las ponía en oración, daban mejores frutos. Probablemente, porque ponía toda mi intención, mi energía y mi espíritu en esa acción (un examen, resolver un tema personal, un inconveniente en la vía pública, dar un consejo a un amigo). Como si la oración “limpiara” el desorden de “mi casa” y yo viera más claras las cosas.

Pero a medida que iba creciendo en edad y en responsabilidades (la facultad, el trabajo, mayor cantidad de círculos sociales, involucrad

Editorial: ESCÁNDALO Y LOCURA EN LA IGLESIA


 
  Todavía no nos hemos repuesto del estupor y la confusión provocados por el allanamiento al convento de las carmelitas de Nogoyá, acusadas de supuestas torturas, que provocó el correspondiente escándalo mediático. Y lo que nos alarma es que la reacción de los medios no parte tanto de una preocupación por la libertad de criterio y de conciencia de las monjas, es decir, por preguntarse si se mortificaban voluntariamente o eran obligadas (cosa que sí tendría que dar lugar a una profunda reflexión). No: lo que hace que la comunidad mediática se rasgue las vestiduras es que las monjitas realizaban “sacrificios físicos”, asunto calificado como “locura” propia de “tiempos medievales”. Y esto, sin indagar sobre el grado ni la finalidad del sacrificio. Porque en la vida religiosa, no olvidemos, la motivación de ciertas penitencias suele ser el deseo de identificarse con el dolor de Cristo, más allá de lo discutible de la forma.
   Pero nosotros, hombres y mujeres bien plantados en el siglo XXI ¿no mortificamos también nuestro cuerpo, y con intenciones mucho más idiotas? ¿Ac