Por Daniel Rojas Delgado
Imploro tu piedad. ¡Yo oro, te invoco confiado, Cristo!
En todo el orbe el horizonte se ha oscurecido y llegando
el horror, las fake news y confinado por un virus silencioso grito
para que el maligno enemigo pare de engañar con sus flores del mal.
La economía como vidrio se agrieta mientras la Madre Tierra busca salvarse.
No más viajes inútiles, ni clases físicas, ni deportes ni las Fiestas Prometidas.
¿Serán a partir de ahora los corazones, las pantallas y los cielos nuevos muros?