Por Selene Peschel
miércoles, 28 de junio de 2023
jueves, 20 de mayo de 2021
¿Qué hace una santa en la Argentina? ¿Huye? (Parte 2)
por Selene Peschel
Presentamos la segunda entrega de los “Hombres y mujeres que engrandecieron a la Argentina”.
Hoy llega el momento de una chica: María Crescencia Pérez, ella nos hace repensar algunas cuestiones argentinas ¿Por qué?
Porque la santidad muchas veces es hacer lo que se debe hacer en el lugar que se está, y si ese lugar es Argentina, allí hay que sembrar. La vida virtuosa de un santo siempre transformó la realidad allí donde le tocó vivir. Por ese motivo, revisar la vida de estos futuros santos argentinos nos puede inspirar a cómo transitar en esta Patria tan castigada pero llena de posibilidades.
Aquí a modo de gráfico aquellas semillas que nos dejó a los argentinos.
Breve reseña: María Crescencia Pérez (1897- 1932)
Siendo religiosa de las Hermanas del Huerto enseñó catecismo y dio clases de labores a las alumnas del colegio de su congregación, las Hermanas del Huerto en Buenos Aires. En el Sanatorio Marítimo de Mar del Plata atendió a pacientes con tuberculosis ósea y se encargó de su educación.
Con una salud cada vez más débil por una afección pulmonar no dejó de trabajar por los enfermos, sin una queja. Fue trasladada a Vallenar (Chile) para que su salud mejore y allí siguió atendiendo a enfermos en el hospital Nicolás Naranjo.
Falleció dejando numerosos signos milagrosos y un perfume de violetas que anticiparon su santidad. Sus restos se encuentran en la ciudad de Pergamino (Bs. As) y es beata, esperando pronto un milagro para ser considerada una santa argentina.
En la próxima edición de Revista X, el beato Ceferino Namuncurá.
domingo, 13 de septiembre de 2020
Paidemia
Por Francisco Andres Flores
Breves reflexiones sobre la educación en pandemia
No me siento el más apto para hablar de la educación, de su estado, o de lo que debería ser. Pero, si es cierto que de los errores se aprende, yo, que me he equivocado mucho, tengo entonces algo para decir. En breves líneas, acá va lo que pienso.
1- Asistimos a un cambio de paradigma: las medidas de restricción y distanciamiento social, al menos en los ámbitos colectivos (como la escuela), llegaron para quedarse. Conceptos como “aula”, “patio”, “acto”, “mesa de examen” etc. van a tener que ser reformulados o superados.
sábado, 20 de junio de 2020
Desde lo profundo de la peste clamé
Por Daniel Rojas Delgado
Imploro tu piedad. ¡Yo oro, te invoco confiado, Cristo!
En todo el orbe el horizonte se ha oscurecido y llegando
el horror, las fake news y confinado por un virus silencioso grito
para que el maligno enemigo pare de engañar con sus flores del mal.
La economía como vidrio se agrieta mientras la Madre Tierra busca salvarse.
No más viajes inútiles, ni clases físicas, ni deportes ni las Fiestas Prometidas.
¿Serán a partir de ahora los corazones, las pantallas y los cielos nuevos muros?
jueves, 11 de junio de 2020
La Argentina y los santos que la hicieron grande - Parte 1
Por Selene Peschel
Los santos fueron un instrumento del amor de Dios para los demás, esto quiere decir que además de vivir en una profunda unión con Dios, esta vida virtuosa contribuyó a mejorar a la sociedad, su lugar de trabajo, su familia, el ambiente en el cual se encontraban, y por supuesto, llegaron a engrandecer a su Patria. ¿Cómo? Aquí algunos ejemplos de santos argentinos y otros próximos a serlo:
El cura gaucho que transformó un pueblo
El “cura” Brochero (1840-1914) fue un cordobés con coraje que no sólo acercó a las almas a Dios sino que se preocupó por su bienestar. Gracias a sus gestiones se construyeron caminos que unieron a los pueblos de la región de Traslasierra, aislados hasta el momento y con gran dificultad de accesibilidad. La lucha incansable de este primer sacerdote santo argentino logró con el tiempo que se extendiera el recorrido del ferrocarril para unir a las comunidades, también construyó escuelas y él mismo tomó la pala para levantar las paredes de su parroquia. Brochero no tuvo miedo de embarrarse por amor a su rebaño.
jueves, 19 de marzo de 2020
jueves, 16 de enero de 2020
La solidaridad se convirtió en una mala palabra
A fines de 2019, fruto de las elecciones democráticas de octubre, en Argentina asumió y cambió el signo político a nivel nacional: unido, el peronismo volvió a la Casa Rosada. Curiosamente, uno de los primeros temas que puso sobre la mesa, poder legislativo mediante, fue el de la solidaridad del pueblo argentino.
He aquí la manzana de la discordia que reabrió al interior de la Iglesia católica una discusión nunca resuelta: ¿qué caminos tomar para encarnar lazos sociales más justos y solidarios, según el espíritu del Evangelio? A partir de una serie de preguntas, esta nota busca mostrar el tema desde varios ángulos, algunos un poco más incómodos que otros:
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martes, 27 de agosto de 2019
CIVIBUS CIVITATIS - Decálogo del ciudadano pensante
jueves, 20 de junio de 2019
Una bandera bien flama: Iglesia y movimientos juveniles
Foto de Adrián Linares, en Unplash |
miércoles, 29 de mayo de 2019
Incendiando la biblioteca de Alejandría
Reflexiones sobre el incendio en Notre Dame, dedicadas a los que celebraron las llamas o relativizaron su importancia.
Las teas romanas caían sobre el puerto, abrazando en sus llamas las trirremes egipcias y los barcos imperiales. César había comprendido, mientras chapoteaba por su vida, que le sería imposible mantener el control de la bahía y de la isla de Pharos: ya algunos cientos de sus legionarios miraban el cielo desde el fondo del Mediterráneo y él, a duras penas, salvaba su vida. Antes que sus enemigos usen el puerto y los barcos en su contra, mejor destruirlo todo. Aquilas, sediento, contemplaba impotente la esterilidad de su ataque: el puerto era un infierno, los muelles y los barcos se descascaraban bajo las llamas y el fuego se contagiaba a los barrios contiguos, iluminando en destellos la noche trágica de Alejandría. En la obra “César y Cleopatra”, de Bernard Shaw, un egipcio le avisa al César que la Gran Biblioteca se está incendiando: “es la memoria de la humanidad...” le dice, lamentándose. César responde: “es una memoria infame: que arda”. No sabemos si Julio César dijo realmente esas palabras,