sábado, 21 de junio de 2014

Editorial - LA MISIÓN: VOCACIÓN Y ENVÍO

Conocer nuestras capacidades, salir de nosotros mismos… y lanzarnos a la tarea que se nos ha confiado.

  “El mundo se derrumba” –expresaba alguien en una de las últimas escenas de un clásico del cine- “…y nosotros preocupados por nuestros problemas personales…”
  La frase (mejor o peor traducida) intentaba abrir una perspectiva de superación del egoísmo sentimental, para una misión a favor de la humanidad.
  Han pasado muchos años de aquella escena y a nuestra Redacción le ha resultado difícil, en este complicado junio de 2014, encontrar, tanto en los libros como en los medios electrónicos, una definición de “misión” que contemple profundamente la dimensión humana. Es como si todo se redujera a ser exitoso y eficiente. Para muestra, baste la noción de “misión empresarial”, muy de moda últimamente en la industria: “un componente del proceso de planeamiento de la estrategia de la empresa”. Nótese lo de “estrategia”, que no tiene desperdicio… ¡como si fuera un campo de batalla!
  Tal vez, para volver a encontrarnos con el verdadero sentido de la palabra “misión”, tendríamos que hablar de “vocación” y “envío”.
  Vocación: llamado interior (para los creyentes, de parte de Dios) para cumplir una tarea en bien del prójimo. La descubrimos en nuestros talentos y posibilidades. No se limita a la vocación religiosa. Me puedo sentir llamado a ser médico, maestro, artista, padre o madre de familia…
  Envío: mi vocación me empuja a salir de mí mismo, con amor y entusiasmo, para cumplir mi compromiso con mis hermanos, y a seguir adelante, a pesar de las dificultades y los fracasos.
  Ojalá descubramos la alegría de ser misioneros auténticos, enviados al mundo no para cosechar aplausos, ni para resolver no sé qué problemita privado, sino para servir desinteresadamente a los demás.
                               

                                    La Redacción

El héroe, el reloj y su sueño.

Sobre cómo un hombre común abraza una misión y la lleva a límites extraordinarios.

Por Francisco Andres Flores


Es la mañana fría de un 26 de Junio, y la tímida luz del sol despeja la bruma sobre el Riachuelo.  Desde Quilmes redobles y gaitas traen el presagio de la contienda.  Detrás de la bruma, la arboladura amenazante de las fragatas. 
Nuestro héroe comanda algunos milicianos nerviosos a la espera del asalto invasor.  Sabe que no nació ni estudió para el combate: trata infructuosamente de ordenar a sus subordinados, pero a él mismo le tiemblan las piernas.  Es apenas un empleado del Consulado.  Aceptó ser Capitán de milicias por pura vocación de servicio, y para tener un vestido más que ponerme, pero nunca pensó realmente que le tocaría empuñar las armas.  En esta helada mañana, el deber y el patriotismo lo empujan a hacerlo.  Por un momento se abstrae y su mente viaja a Salamanca: recuerda las clases de Derecho Romano los compañeros pero hoy está en otro baile.  Cuando comienza el combate, la carga de los soldados imperiales es demasiado para los milicianos inexpertos y se desbandan desordenados.  Infructuosamente intentarán una nueva defensa.  Al día siguiente las autoridades capitulan y entregan la plaza a los invasores.  Sobre Buenos Aires flamea la bandera británica.

HUMOR por Cris.

Por Cristian Daniel Camargo


UNA MISIÓN MÁS ALLÁ DE LOS MARES

 ¿Puede el cristiano ser misionero –dar a conocer a otros la verdad de su fe- sin moverse de su lugar de origen? ¿Existe alguna forma de misionar desde la sencillez de nuestra vida diaria, de la oración y del dolor?

 Nora Pfluger

                      “Yo amo esa playa infiel,
                     la que fue blanco de tu amor ardiente:
                     hacia ella volaría yo gozosamente
                     si un día mi Jesús me lo pidiese.
                     Mas yo sé que a sus ojos se borran las distancias
                     y el universo entero es sólo un punto.
                     Mis actos y pequeños sufrimientos
                     hacen amar a Dios más allá de los mares”.

  Quien esto escribía, en la Francia del siglo diecinueve, era una joven de apenas poco más de veinte años, religiosa carmelita en un convento de provincia. Desde hacía un tiempo, sus superiores barajaban la posibilidad de enviarla a otro monasterio, en Hanoi (Vietnam) que entonces se consideraba “tierra de misión”. Ella recordaba que un misionero por quien sentía particular devoción, fallecido con fama de santidad, el Venerable Teófano Vénard (1829-1861), había realizado su apostolado cerca de allí. Por aquellas regiones, en el siglo XVI, había andado también San Francisco Javier, el compañero de San Ignacio de Loyola en los inicios de la fundación de los Jesuitas y considerado uno de los misioneros más grandes de todos los tiempos.

No por mucho caminar se llega al lugar correcto

Por Juan Ignacio Salgado 

“Hay una juventud que se pierde por falta de ayuda…
Y es necesario tenderles la mano”.
Santa Juana de Lestonnac


Lo importante no es llegar, lo importante es el camino, canta el gran Fito Páez, y casi puedo decir que estoy de acuerdo con él, si es que él entiende como yo, que lo importante del camino es el lugar al que nos lleva, lo importante es cuál es el punto final de ese camino, porque es ese punto final el que da sentido y valor al mismo, es decir, lo importante del camino es hacia donde se dirige.
Alicia, durante su estadía en el País de las Maravillas pregunta al Minino de Cheshire “¿podrías decirme, por favor, cómo hago para salir de aquí? ¿Qué camino debo tomar?”, a lo que el Minino responde, que todo depende del lugar al que quiera ir. “La verdad es que me da igual” dice nuestra niña perdida. “Entonces da lo mismo cualquier camino que sigas” sentencia finalmente Cheshire.
Si no tenemos a dónde ir el camino no importa en lo más mínimo. Y se me ocurre que este es uno de los problemas más importantes de nuestros días y de nuestros jóvenes.

La droga esclaviza, obstáculos para ser una sociedad más libre.


Por Juan Pablo Olivetto Fagni


Reflexiones en torno a una problemática que se lleva puesta muchas vidas, intentando no caer en argumentos sin fundamentos o prejuiciosos, ni que le hagan el juego al narcotráfico.


            Como ya escribí en textos anteriores, la misión de los educadores es (o debería ser) la construcción de estructuras de vida. Para quien le interese profundizar un poco más en eso les recomiendo volver a No alcanzan las buenas intenciones.

            En este caso, me gustaría poner en palabras algunas intuiciones sobre los obstáculos para cumplir nuestra misión educativa, y particularmente en un gran obstáculo/problemática: la drogodependencia. Una cuestión que todos sabemos que está, pero que no llega a interpelarnos ni a preocuparnos de verdad, lo que nos llevaría a hacer algo al respecto. 

            Si bien es cierto que el impacto del consumo de drogas depende de qué droga estemos hablando, de la cantidad que se consuma, de las causas por las que uno consuma, también es cierto que los más esclavizados y asesinados por las drogas son los sectores populares, sobretodo los más excluidos. Pero eso no quiere decir que no haya problemáticas en todas las clases sociales por este tema. 

Ruido

Por X

“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos. De repente vino del cielo un ruido, como de viento huracanado, que llenó toda la casa donde se alojaban. Aparecieron lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, según el Espíritu les permitía expresarse.
Residían entonces en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todos los países del mundo. Al oírse el ruido, se reunió una multitud, y estaban asombrados porque cada uno oía a los apóstoles hablando en su propio idioma…” (Hechos de los apóstoles).


                Un ruido como de viento huracanado fue el desencadenante de tamaño relato, un ruido que en definitiva es Dios, un momento que permitió un encuentro intercultural y un momento clave en la vida de la Iglesia.
                Los apóstoles, encerrados tras la ascensión de Jesús a los cielos, se encontraban esperando ese momento, me imagino sus caras y sus preocupaciones, el silencio imperante en aquel instante seguramente no permitía descanso, afuera estaba un mundo entero que quizás no sabía de Jesús o era descreído. Ellos también sintieron ese ruido y sin dudarlo, se acercaron hacia de donde provenía.
                El ruido parece algo extraño a nosotros, incluso un elemento difícil de decodificar, el ruido puede ser molesto e incomprendido a veces, también, seguramente, llama la atención o nos motiva a tomar decisiones intempestivas.