Por X
La libertad es un bien al cual no
se puede comprar, todos nos sentimos libres puesto que nos podemos mover de un
lado al otro sin restricción alguna, podemos sentir, trabajar y vivir como
queramos, nuestra vida, en definitiva es libre.
Ahora bien, desde nuestra
televisión se puede observar una realidad distinta que nos hace comprender que
somos víctimas de la inseguridad, somos esclavos de los ladrones y también
podemos ver, en el mismo canal pero en la propaganda, miles de anuncios que nos
invitan a poseer cosas de innumerable valor que nos dan el mote de consumidor.
Ya no soy yo, ni sos vos, ni
existe el trabajador, existe el consumidor y con él estos derechos que nos
permiten ejercer cuanta acción exista en contra de las cadenas comerciales que,
de manera sistemática nos embaucan y nos venden gato por liebre.
El consumidor es la síntesis del
siglo 21, debemos serlo porque si no, no
somos ciudadanos de a pie que compran todo lo que nos venden.
Ahora bien ¿Alguien puede no ser
consumidor? ¿Aquél que compra un auto, un televisor LED, una Heladera No Frost,
un Lavarropas o una excelente camisa es tan consumidor como el que no alcanza a
dichos bienes? ¿Los bienes a los que todos tenemos acceso son potables para
todos nuestros hermanos?
Todas estas preguntas tienen una
respuesta, Sí. Todos tenemos acceso al mercado puesto que todos partimos de la
premisa de igualdad, premisa que fue morigerada en el derecho a través de
distintas herramientas pero que no hacen más que partir de aquella idea de igualdad.
La libertad que todos
pretendemos, me obliga a introducir el siguiente ejemplo: En un centro
comercial de la Ciudad de Buenos Aires concurren un empleado público, un
empresario y un albañil, a comprar la misma heladera. El empelado público la
puede comprar en cuotas con la tarjeta de crédito, el empresario puede hacer la
misma compra pero con otra tarjeta y con un descuento especial y con un límite
de compra más abultado, el albañil-trabajo no registrado-accede al bien con un
crédito personal con una tasa de interés alta y con un precio final que supera
abultadamente al marcado. ¿Todos son libres de acceder al bien? Sí ¿Todos
tienen las mismas ventajas? Sí ¿Todos terminan gastando lo mismo? No.
En el mismo centro de compras,
deciden ver ropa de vestir visto que los tres irán al mismo casamiento. El
empleado público antes de entrar observa la vidriera y decide ingresar, el
albañil hace lo mismo, el empresario con sólo ver la marca ingresa. Los precios
son los mismos y las camisas las mismas ¿Los tres podrían comprar? Si ¿Los tres
compraron? NO.
Como vemos, las posibilidades de
ingresar al mercado son las mismas, pero los resultados son opuestos, de ahí
que esta pantalla del consumidor es, en definitiva, una mentira.
Las diferencias sociales y el
incentivo al consumo dejan de lado a millones de personas por día, nos
horrorizamos al ver en el televisor las noticias de robos y hurtos, pero no nos
preguntamos sobre la verdad detrás de la realidad proyectada.
Las cadenas comerciales y las
marcas, generan una tendencia que nosotros mismos no podemos evitar de sentir,
las diferencias de ingresos y las diferentes formas de acceder a los bienes
publicitados crean una división entre todos nosotros ¿Nos sigue asombrando la
inseguridad? ¿Nos sigue preocupando los robos o lo que más nos preocupa es
quedarnos fuera del comercio?
Creo que ambas, y todo tiene un
sentido. Veamos: dijimos que el mismo canal de televisión que nos informa sobre
los robos es el mismo que nos publicista la heladera y la tarjeta de crédito,
entonces, ese canal de TV nos bombardea desde la tierra y desde el aire con
miedos y no nos deja otra chance que salir urgente a comprar la TV nueva, la
Heladera y el Celular pero también, nos obliga a salir a la calle con miedo a
que nos roben o a que nos pase algo malo.
Imaginemos que a la misma hora
ven la televisión unos pibes que limpian vidrios en las calles, el empresario,
el albañil y empleado público, imaginen ahora ¿Quién se siente más seguro?
Nuestra libertad se siente
acorralada por un sistema de financiamiento al que muchos no pueden o no
podemos acceder y por un sistema que parte desde una igualdad dibujada.
Por ello, no podemos pensar que
estamos libres de hacer y de acceder a lo que queramos ,porque todos no tenemos
las mismas oportunidades. Por eso, no nos dejemos embaucar y no creamos que
todos somos consumidores, a gatas somos unos necesitados.