sábado, 18 de octubre de 2014

Editorial - INCLUSIÓN … ¿EN QUÉ?

  Hace un tiempo, una catequista que estaba al frente de un curso de chicos  con síndrome de Down, en el intento de que sus alumnos no se sintieran distintos del resto de los adolescentes, les hizo mirar un video en el que un grupo de rock de segunda línea enloquecía a sus “fans” con aullidos que semejaban música y letras ininteligibles. Los jóvenes contemplaron en silencio el espectáculo y al finalizar, uno de ellos comentó con ironía: “Y después dicen que los tarados somos nosotros”.
  Hoy en día anhelamos una sociedad en la que nadie se sienta excluido. Pero… ¿qué sociedad queremos? ¿Y qué espacios estamos construyendo para una legítima igualdad?
  ¿Podemos considerar “incluido” a un individuo sólo porque usa un celular de última generación y calza las zapatillas deportivas de moda? Nuestras escuelas públicas de gestión estatal, pensadas para recibir, en este país de inmigrantes, a niños de toda procedencia social y étnica ¿enseñan actitudes de tolerancia y solidaridad? El tan mentado bullying ¿no se encarniza, sobre todo, con el chico que parece diferente o  que se niega a masificarse? ¿Y qué decir de algunos de nuestros colegios privados, en su mayoría confesionales,  con sus famosos “grupitos” que se odian a muerte, en rivalidades que nada tienen que ver con lo que predicó Jesucristo, ni el fundador de religión alguna, y que hacen que muchos egresen de allí sin la menor conciencia de lo que es vivir auténticamente una fe?
  Si queremos “inclusión”, esforcémonos por formar comunidades en las que se profesen verdaderos valores y de las que podamos estar sanamente orgullosos de formar parte.


                                             La Redacción

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