sábado, 18 de octubre de 2014

¡Que se esfuercen para que los incluyamos!

Por Juan Pablo Olivetto Fagni

“Inclusión con calidad” dos palabras harto usadas, que por sí solas no dicen nada. ¿Inclusión a qué? ¿Qué tiene calidad y qué no? ¿Quién lo define?

En la educación siempre se pone en juego hacia dónde quiere ir la sociedad, su horizonte, su utopía.

En los últimos años se ha puesto como eje de las políticas educativas a la inclusión: obligatoriedad de la escuela secundaria, asignación universal por hijo que pide como requisito ir a la escuela, plan FINES, etc.

Y ante este tipo de medidas, una de las respuestas más comunes es la del discurso meritocrático en sus múltiples formas: “se les está regalando los títulos”; “a estos vagos se los mantienen”; “¡que estudien y trabajen para ganarse la vida!”. Todas estas ideas con las cuales la mayoría podríamos llegar a estar de acuerdo, parten del falso supuesto de que todos partimos de las mismas condiciones, y que sólo con esfuerzo y talento basta para ascender socialmente. Es falso porque naciendo pobre, es muy difícil dejar de serlo, y naciendo en “cuna de oro” seguramente se viva después en “mansión de oro”.

Pero volviendo a lo educativo, y reduciéndolo a lo escolar, ¿hasta dónde ser flexible con los que parten de condiciones desfavorables? Es simplemente estúpido no darles todas las oportunidades que sean necesarias a cualquier persona, que rindan en diciembre, febrero, marzo, abril, una y mil veces si es necesario, pero estamos haciendo un grave daño si bajamos la calidad de la enseñanza.

Ahora bien, no puedo contradecirme en menos de 3 párrafos de diferencia y no desarrollar brevemente qué sería una “enseñanza de calidad”. La clave está en lo desafiante que debe ser el aprendizaje para los estudiantes, ofreciéndoles textos interesantes (que no es lo mismo que responder sólo en función de lo que les interesa a los alumnos), presentándoles problemas que no estén tan alejados de sus posibilidades de resolución, pero que tampoco sean tan sencillos que los resuelvan sin reflexionar; mostrándoles y acercándolos a los aspectos más ricos de nuestra cultura, desde el arte hasta los conocimientos científicos.

¿Por qué poner el acento sólo en la acreditación? En discutir si ahora no les pueden poner un 1 en el primer trimestre. Preocupémosnos por las condiciones de enseñanza, por el salario del docente, por su formación, por la infraestructura de las escuelas, por el desarrollo de investigaciones educativas que enriquezcan las prácticas en las escuelas, hagamos algo para mejorar la relación familia-escuela, para que no haya escuelas para ricos y escuelas para pobres, y un largo etc. Y volviendo a unos de los puntos clave en estos últimos años, hagamos lo posible para que la obligatoriedad del nivel secundario no sea sólo asegurarse que estén adentro en las escuelas, tratemos que adentro de ellas pase algo interesante y humanizante.

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