Cuando
la sociedad se pone difícil, la tendencia a aislarnos puede ser un riesgo muy
grande… Necesitamos fuerza para no apartarnos de la
responsabilidad y el compromiso.
Todos
sentimos nostalgia, en algún momento, de una tierra que podría estar “más allá
del arcoiris”, y donde, como a los bebés, alguien nos acunara y nos resolviera mágicamente nuestros
problemas.
También es muy común la tentación a la que cedió un funcionario romano tristemente famoso,
allá en tiempos de Cristo, cuando en un gesto que él quizás consideró muy elegante (y que se realizaba entonces como signo
jurídico para desentenderse de una causa), pidió una palanganita para “lavarse
las manos”. El mentado personaje quedó inmortalizado en el Credo y en los
Evangelios como el cobardón más grande de la Historia.
Participación
significa valor, fuerza para salir de nuestras comodidades y superar
nuestros miedos, sobre todo cuando se
juega el destino de nuestros hermanos.
Pero
también quiere decir compromiso, fidelidad a la palabra empeñada y a la tarea
que se nos ha asignado, especialmente cuando formamos parte de un proyecto
común. Y podemos lograrlo cuando nos involucramos no sólo con la inteligencia,
sino además, sanamente, con los cinco sentidos, con el corazón y con la
voluntad.
La Redacción
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