Por Francisco Andres Flores
Sale el sol en su extremo inalcanzable,
y apurando su carro, sin demora,
corre presto al ocaso inevitable.
En su curso, viajero inagotable,
va tejiendo sin prisa y sin demora
los segundos, los días y las horas
en un lapso fugaz e inabarcable.
Cuando caiga la noche inapelable
con su manto de strass sobre mis días,
dormiré esperanzado en otra aurora
que otro Sol, con su luz inexpugnable,
prenderá para inaugurar un día
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