Por Juan Ignacio Salgado
“Qué has hecho con tu mano, Dónde guardas
Dónde escondes la bendición Que hay en tu palma abierta.”
Matilde
Alba Swann
Ser Solidarios está de moda. Todas las grandes
empresas, los clubes más importantes, los actores y futbolistas más famosos
participan activamente en cuanto evento solidario se haga. El número de ONGs
solidarias crece de manera exponencial todos los días. Los jóvenes de todas
partes se alistan en campañas y proyectos solidarios para ocupar su tiempo
libre. Sin lugar a dudas la Solidaridad está de moda. Es mucho el trabajo que
se hace en beneficio de los más necesitados, cada vez son más los que se
preocupan y participan desde donde pueden y con lo que pueden para hacer de
este mundo un lugar más justo. Y eso es
una buena noticia.
Los pobres hoy están en el centro de la escena. Las
ideologías, las religiones, las
políticas, todo parece estar dirigido en el beneficio de los más necesitados,
de los sin techos, de los marginados. Pero parece que algo debemos estar
haciendo mal, porque la pobreza y el hambre siguen siendo una realidad y un
problema sin solución en todas partes. Los esfuerzos se multiplican pero los
problemas no disminuyen.
Con esto no quiero decir, que no valga la pena el
esfuerzo. Siempre vale y siempre sirve el trabajo hecho
en beneficio del prójimo más necesitado. Pero no es solo importante el trabajo
que hacemos, también importa, y mucho, el Por qué lo hacemos.
He aquí el meollo del asunto, y de la respuesta
que demos dependerá el Éxito de nuestra empresa. Para que la solidaridad no se vuelva un
simple asistencialismo, para que el
esfuerzo no se convierta en un dar limosna solamente que nos permita disfrutar con cierta paz de nuestra vida
confortable, el acto solidario debe ser necesariamente un acto de amor, que el
único fin que persiga sea el Bien del Prójimo. Porque si no todo el bien que podamos hacer con nuestras
campañas y proyectos se marchitara antes de florecer, sin dar fruto. Y el mundo seguirá andando y el
que no se subió se embroma.
Pero es imprescindible entonces, para que esto no
pase decidir y ponernos de acuerdo en dos cosas fundamentales. Primero, debemos
aclarar que es el Bien, porque ese será nuestro Norte. Y en segundo lugar
debemos saber Quién es el Prójimo,
porque él es el motivo de nuestro esfuerzo.
En los tiempos que corren donde el relativismo
parece ser la doctrina dominante ponernos de acuerdo en el bien que buscamos es
tarea imposible, y por eso difícilmente lleguemos a alguna parte.
Así, mientras tanto, cada uno camina y trabaja en
pos de una Utopía diferente, en muchos casos opuesta, pero para colmo de males
cada paso que avanzamos en pos de nuestra Utopía, esta se aleja dos, como dice
Eduardo Galeano, y sigue siempre
inalcanzable en el horizonte. El escritor uruguayo se pregunta entonces, “¿para
qué sirven las Utopías?”, y se responde de una manera muy simpática, “sirven
para seguir caminando”, y esto es una respuesta muy linda en la teoría, pero
que en la práctica termina irrevocablemente, a la larga o a la corta, en la
desesperación o el abandono de la pelea. Y en ese momento uno se vuelve sínico o
práctico, es decir, o tira la toalla porque ya no hay más remedio, o hace lo
que puede sin despeinarse demasiado porque al final no importa demasiado, el
mundo no cambiará.
Pero también hay quienes gastan su vida en
trabajar por quien lo necesita, con
violenta prescindencia del mañana, entregando todos sus esfuerzos en que el paso por
esta vida de todos los que se cruzan por este camino sea una experiencia de
encuentro y esperanza. Y pienso
irremediablemente en la Madre Teresa de Calcuta en este momento, que paso cada
minuto de su vida acompañando y haciendo todo lo que estaba a su alcance por
dar una mano a cada persona que Dios le puso delante. Y aunque no podía
solucionar los problemas importantes del mundo empezó, haciendo lo que estaba a
su alcance, una casa hogar adonde
llevar a los moribundos de
las calles para que pudieran morir en paz y con
dignidad.
Yo no sé cuál de estas dos maneras es más
efectiva, pero estoy seguro de cual es
más alegre. Porque al final el porvenir siempre está por venir, y el pasado ya
paso, entonces el único tiempo que
poseemos es el presente.
Para que la Solidaridad no se convierta en una
cascara vacía sigamos el ejemplo de la Madre Teresa que decía siempre, “Voy a pasar por la vida
una sola vez, por eso, cualquier cosa buena que yo pueda hacer o alguna
amabilidad que pueda hacerle a algún ser humano, debo hacerla ahora, porque no
volveré a pasar por aquí.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario