sábado, 22 de febrero de 2014

¿Somos todos iguales?

La igualdad entre las personas es un supuesto que hoy parece obvio, pero la reflexión sobre la persona es necesaria, sobretodo para los educadores.

Por Juan Pablo Olivetto Fagni

En este tercer texto para la revista x, al igual que en el anterior, me gustaría seguir  profundizando en algunas cuestiones de “Te invito a pensarte y a pensar en la educación”.
En aquel texto publicado en diciembre, sostuve que en la mente del educador, hay una idea que es central: la persona, el sujeto, o como quiera llamárselo. Y esto es así porque la misma educación es un asunto entre personas, no hay educación entre animales, ya que el único ser vivo (hasta ahora conocido en el universo) que produce cultura y necesita transmitirla para sobrevivir, es el ser humano. ¿Qué es más indefenso que un humano recién nacido? Cualquier animal posee instintos (acciones complejas y automáticas y que se mantienen a lo largo de la vida) que le permiten tener posibilidades de sobrevivir, el bebe no, ya que apenas cuenta con unos pocos reflejos (acciones simples, automáticas y que desaparecen con el tiempo). Ahí es donde la cultura a través de otra persona que cuida y educa, permite el desarrollo del pequeño.


Ahora bien, yo, educador, voy a encarar de una forma mis prácticas educativas si considero que hay personas que son superiores y otras inferiores, ya que mi trato va a ser desigual con un grupo u otro, aún inconcientemente. O va a ser diferente si pienso que somos todos iguales y que todos pueden todo, ahí me voy a chocar con que existen diferencias de intereses, de saberes, de habilidades, etc. Y ni hablar de que si negamos las desigualdades, que no son lo mismo que las diferencias, nos vamos a llevar por delante una pared aún más dura.
Otra cuestión importante sobre nuestra idea de persona, es la posibilidad o no de que cambie y cómo explicamos las causas de eso. Podemos llegar a pensar que hay personas que sí pueden cambiar y otras que no, ya sea por la edad, la clase social, el sexo, el color de la piel, etc. El no poder cambiar, anula completamente la posibilidad de ser educado.
Yo apuesto porque todos podemos cambiar y que efectivamente sucede sin que lo planeemos, además estoy seguro que aprender nuevas cosas puede hacer más libres a las personas.
Y volviendo al concepto de persona, claramente no está aislado de otros conceptos. Por ejemplo Nietzsche sostiene que “Dios ha muerto” en Así habló Zaratustra y eso lo lleva a afirmar que todos somos iguales, pero ante Dios, y que si ese Dios ha muerto podemos hablar de hombres superiores a otros. Entonces, acá tenemos un ejemplo de cómo la idea de Dios en este filósofo se relaciona con su idea de persona. Por el contrario, posicionándome en el cristianismo, por tener a Dios como Padre, todos somos hermanos, y por lo tanto personas.
Es cierto que hay muchos cristianos que dicen eso, pero actúan de otra forma siempre o cada tanto (y me incluyo), pero también es cierto que es una declaración muy difícil de llevar a la práctica con coherencia todo el tiempo. Aunque está bueno intentarlo.
Entonces, seamos o no católicos, si nos hace ruido, o no nos gusta pensar que hay personas inferiores y superiores, y creemos que todos somos iguales, ¿qué nos hace iguales? Si no creo en Dios ¿qué me une a todas las personas?
¿Y qué implica para un educador que todos seamos iguales? ¿Podemos ser iguales y diferentes a la vez? ¿Iguales en qué, y diferentes en qué? Hoy tengo muchas más preguntas que posibles respuestas.
Por último no quiero dejar de recordar, que por no considerar a alguien o a etnias enteras como personas, se han cometido inconmensurables daños, injusticias, muertes y violencias.



Me despido invitando a quienes leen esto a comentarlo, así se enriquece con el aporte de todos.

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