sábado, 22 de febrero de 2014

¡Que la sonrisa te valga!

Mientras exista el cine, la literatura, la TV, el periodismo o internet, también habrá textos cómicos. Estudios científicos recientes señalan que incluso han transformado por completo la vida de algunas personas. ¿Acaso es posible un mundo sin humor?

Por Daniel Rojas Delgado:

Mientras pensaba cómo llenar estas líneas, encontré involuntariamente un tuit que citaba un proverbio escocés: "La sonrisa cuesta menos que la electricidad y da más luz". Consideré que se trataba de una pista, y de que debía seguirla hasta las últimas consecuencias. Por eso fui, hace unos días, a La sala número seis (1892), una novela corta del escritor ruso Antón Chéjov:


[El médico más joven, recién incorporado] Va al hospital dos veces por semana, visita todas las salas y recibe a los enfermos. La falta absoluta de condiciones antisépticas y la aplicación de ventosas le indignan, pero, por no herir al doctor Ragin, no se atreve a introducir reformas. Jobotov está convencido de que su colega es un viejo farsante, que se aprovecha con astucia de la situación y que ha amasado una buena fortuna. Por cierto, le gustaría estar en su lugar.

Originalmente había pensado citar un texto del estadounidense Mark Twain, pero era demasiado extenso. No sé cuándo habrá comenzado la literatura que relata con humor —en mayor o en menor medida—, pero tampoco es la intención de esta nota; sino recorrer algunos de esos lugares, para re-des-cubrir su importancia y su vitalidad, la necesidad humana de reírse. Saber cuántas veces nos reímos por día es la clave.
Las referencias televisivas en las que se muestra cierto estereotipo de locura o personajes ridículos abundan: Los tres chiflados, Mr. Been, el Súper Agente 86, Cantinflas, Tato Bores y Peter Capusotto encabezan esta lista; en el cine, hay comedias al por mayor, pero pienso en la película británica Happy-Go-Lucky (2008), protagonizada por la actriz Sally Hawkins, una maestra que sonríe tanto como habla y respira, con una personalidad que contrasta con la de Eddie Marsan, su instructor de manejo, que vive radicalmente amargado y no cede ni un…
—No te desvíes demasiado: seguí la pista —dijo una voz.
Sí, la pista, la pista. ¡Hay tanto por decir y el tiempo del lector es tiranísimo! Ahora vayamos a la red de redes, que es un lugar donde las fanpages humorísticas florecen. Menciono, por ejemplo, a la mexicana Filosoráptor en Facebook (con más de 1,8 millones de me gusta), donde también se destacan La gente anda diciendo (891 mil), el humorista Ricardo Siri Liniers (501 mil) y Grandes Frases Ilustradas (427 mil). En Twitter podría resaltar la cuenta del programa @SinCodificarTV (950 mil seguidores), pero no lo voy a hacer. Y si le sumamos la sarta de pavadas que a diario los seres humanos decimos dentro o fuera de internet, decimos con pesar: estamos rodeados.
Pero volvamos a los libros. El periodista porteño Martín Caparrós, en "Una luna", cuenta que se encuentra en Amsterdam con una veinteañera nacida en Holanda, hija de marroquíes y casada con un marroquí, que le habla de su doble lealtad, su imposibilidad de definirse como holandesa o marroquí. Cuando le pregunta si le gusta el fútbol y ella responde que sí, comienza el verdadero arte del cronista:

Entonces, si juegan Holanda y Marruecos, ¿quién querés que gane? La chica suelta la carcajada y me dice que no, que ya entiende, que la verdad Marruecos. In fútbol veritas, decían los latinos clásicos.

¡Y casi me olvidaba de YouTube!: allí y en otras plataformas podemos encontrar miles de etcéteras, pero destaco uno que no ha parado de crecer desde fines de 2011: Hola, soy Germán, el chileno de 23 años que suma más de mil millones de reproducciones en el centenar de videos que ya subió.
Por último, le doy los renglones al famosísimo actor y humorista argentino, Enrique Pinti, que en uno de sus monólogos recuerda las burlas que recibía cuando iba al colegio porque siempre tuvo... ¿cómo decirlo?, un gran corazón —y un cuerpo que lo albergaba cómodamente—. Confiesa que aprendió a usar el humor como un arma, pero sin lastimar a nadie: para aprender a reírse de sí mismo.

El humor sirve, aunque más no sea para defenderse de la mediocridad, de la ignorancia (...). Pero primero tenés que reírte de vos mismo para darte el lujo de reírte de los demás. Eso que nace del dolor, ese humor que es el que nos distingue de los animales, de las plantas, de los seres irracionales. El hombre tiene la posibilidad maravillosa y hermosa del humor y no tiene que perderlo, aún en las peores circunstancias.

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