viernes, 28 de febrero de 2014
sábado, 22 de febrero de 2014
Editorial - LA ALEGRÍA: UNA VERDADERA ALEGRÍA
“Animal que ríe”, se ha dicho que es el hombre. El único, sí, y tal vez
sea verdad, si bien el canto de las gaviotas se parece un poco a la risa
humana, y también existe una cierta sonrisa en nuestros hermanos los delfines,
mamíferos juguetones si los hay, que nos acompañan desde los comienzos de la
humanidad.
Claro está que la risa no es necesariamente sinónimo de alegría, salvo que se asocie positivamente al humor sano. Hasta el individuo menos sensible –cuando le toca ser destinatario-sabe distinguir entre la broma amable y caritativa, que distiende, y la burla torpe, que quizás provoque carcajadas, pero causa dolor. Y esto, pese a que en nuestra sociedad se multiplican las alegrías prefabricadas, que agrupan a las masas en gigantescos festejos sin sentido.
Alegría es mucho más que risa… aún cuando sea muy beneficioso reírnos bien. Es educarnos para saber ser delicados con los sentimientos de los demás. Es no colocar sobre los hombros del otro el peso de nuestros problemas emocionales, ni justificar el malhumor por un “espíritu de sacrificio” mal entendido. Es celebrar la felicidad ajena, descubrir el gozo de compartir, luchar por la justicia. Un mundo más justo y más solidario será siempre un mundo más alegre.
¿Somos todos iguales?
La igualdad entre las personas es un supuesto
que hoy parece obvio, pero la reflexión sobre la persona es necesaria,
sobretodo para los educadores.
Por Juan Pablo Olivetto Fagni
En aquel texto publicado en diciembre, sostuve que en la mente del educador, hay una idea que es central: la persona, el sujeto, o como quiera llamárselo. Y esto es así porque la misma educación es un asunto entre personas, no hay educación entre animales, ya que el único ser vivo (hasta ahora conocido en el universo) que produce cultura y necesita transmitirla para sobrevivir, es el ser humano. ¿Qué es más indefenso que un humano recién nacido? Cualquier animal posee instintos (acciones complejas y automáticas y que se mantienen a lo largo de la vida) que le permiten tener posibilidades de sobrevivir, el bebe no, ya que apenas cuenta con unos pocos reflejos (acciones simples, automáticas y que desaparecen con el tiempo). Ahí es donde la cultura a través de otra persona que cuida y educa, permite el desarrollo del pequeño.
Una atmósfera de alegría
¡Estar alegre, con los tiempos que corren! ¿Será una ilusión, un esfuerzo
personal, o un logro que depende de todos?
Por Nora Pflüger
Los
santos y los sabios, desde que existe la humanidad, nos han exhortado a estar
siempre alegres. La alegría es una profunda necesidad humana, primordial para
la salud del cuerpo y del alma. Nuestra moderna sociedad economicista,
conocedora de esta necesidad y atenta a la caza de clientes, nos ofrece todos
los días alegrías falsas, a través de productos que nos prometen inmediata
“felicidad” y que son promocionados por rostros bronceados y perfectos, como si
estuvieran de veraneo todo el año.
La melancolía del cristiano, las rodillas y el amor por la cruz
“Dos son los ardides principales con que el demonio suele alejar a los
jóvenes de la virtud. El primero consiste en persuadirles de que el servicio
del Señor exige una vida melancólica y privada de toda diversión y placer. No
es así, queridos jóvenes, voy a indicaros un plan de vida cristiana que os
pueda mantener alegres y contentos…”(Don Bosco, el Joven provisto para la práctica
de sus deberes y de los ejercicios de la piedad cristiana).
Por X
En base a esa premisa voy a plantear el tema que nos
compete, la alegría.
Muchas veces escucho
a jóvenes católicos y a muchos curas decir “carga tu cruz” “esa es tu cruz”,
hacemos del sufrimiento y de la melancolía nuestras profesiones de fe, al
parecer, el cristiano es cristiano en la medida que sufre. Caras tristes al
momento de comulgar, grandes sacrificios en cuaresma, pequeños sacrificios en
tiempo ordinario, ningún sacrificio en navidad y pascuas.
LA CRUZ MAPUCHE, la cruz y la resurrección. |
Otra de las grandes frases es “ofrécelo”, sí!! Ofrece al
señor ese cáncer, esa muerte, ese dolor,
pero nunca decimos, ofrece al señor esa alegría, ese momento que cambio tu
vida, ese día que descubriste algo nuevo o sentiste a tus amigos bien cerca.
Ese ofrecimiento, parece que no sirve.
¡Que la sonrisa te valga!
Mientras exista el cine, la literatura, la TV, el periodismo o internet, también habrá textos cómicos. Estudios científicos recientes señalan que incluso han transformado por completo la vida de algunas personas. ¿Acaso es posible un mundo sin humor?
Por Daniel Rojas Delgado:
Mientras pensaba cómo llenar estas
líneas, encontré involuntariamente un tuit que citaba un proverbio escocés:
"La sonrisa cuesta menos que la electricidad y da más luz". Consideré
que se trataba de una pista, y de que debía seguirla hasta las últimas
consecuencias. Por eso fui, hace unos días, a La sala número seis (1892), una novela corta del escritor ruso
Antón Chéjov:
SI el infierno son los otros, ¿Dónde encuentro el Paraíso?
Por Juan Ignacio Salgado
“Si hay alegría en mi corazón,
Con tu presencia
me traes el sol”
“La alegría es parte integrante de la
fiesta. La fiesta puede organizarse, la alegría no.” Esto decía Benedicto XVI unos
años atrás, y es hoy recién que puedo captar el verdadero sentido de sus
palabras. En una frase tan simple como esta, el hoy Papa Emérito resume y explica uno de los grandes problemas de la
sociedad moderna. Esta sociedad de consumo que predica la alegría y la
felicidad en la teoría, al tiempo que en la práctica condena y excluye a muchos
porque su vida está marcada por el sufrimiento. Por un lado dice la vida es un
regalo maravilloso, bailemos y cantemos, mientras que por otro promociona el
aborto y la eutanasia, creyéndolos un acto de misericordia al librar a muchos
del terrible castigo de vivir.
La tarea de ablandar el ladrillo
¿Por qué tenemos que tener
buena onda todo el tiempo? ¿Qué es lo malo de estar tristes? Nos vendieron que
mejor es evadir porque también nos vendieron las maneras de hacerlo.
Por Cecilia López Puertas
la tarea
de abrirse paso en la masa pegajosa que se proclama mundo,
con la
satisfacción perruna de que todo esté en su sitio,
la misma
mujer al lado, los mismos zapatos,
el mismo
sabor de la misma pasta dentífrica,
la misma
tristeza de las casas de enfrente”
(Extracto de “Introducción al Manual de
instrucciones”, de Julio Cortázar)
No
sé qué tan mala sea la
Coca-Cola , por ahí dicen que la usan los mecánicos para
aflojar tornillos así que seguramente al organismo de uno le resulte algo
malísimo… como sea, lo cierto es que a la hora de vender Coca-Cola los
publicistas se las han arreglado para promocionarla vinculándola con cualquier
cosa que no tenga que ver con la alimentación. Desde la familia hasta la
música, en fin… recursos del capitalismo y punto. Hasta ahí no me llamaba la atención,
pero el año pasado lanzaron una campaña que hizo que me hirviera la sangre… “Tomá Coca-Cola, destapa felicidad”.
jueves, 20 de febrero de 2014
Elogio de los aburridos
Por Francisco Andres Flores
“Mira los aburridos / con los pies deprimidos” (Calle 13, “Cumbia de los aburridos”)
“Mira los aburridos / con los pies deprimidos” (Calle 13, “Cumbia de los aburridos”)
La actual cultura que nos envuelve,
confunde, muy amenudo, el sentimiento de alegría o de felicidad con algunas de sus posibles manifestaciones, como
por ejemplo el baile, o la risa, o la fiesta.
Confunde también
a éstas con la diversión, que no siempre es expresión de alegría. Y a la diversión la identifica, casi sin alternativa,
con el exceso.
La frase que encabeza el artículo no es muy académica, pero es clara al respecto: el que
no baila no solo es aburrido, sino que padece también una especie de depresión que se manifiesta en sus miembros inferiores. ¿Una
nueva enfermedad para la medicina, quizás? ¿O tal vez una metáfora de poco vuelo? El resto de la letra
no abunda en metáforas, y es
bastante directa sobre lo que el autor considera divertido. No esperen que recomiende la lectura de un
libro, o el aprendizaje de algún
instrumento, o la práctica
de algún deporte. El grupo Calle 13, que se esfuerza en
autopresentarse como rebelde dentro de la cultura de masas, no hace más que replicar el mensaje hegemónico: el que no entra en el ritmo de los
excesos y la desfachatez es aburrido, por lo tanto incapaz de alcanzar la
diversión, que es lo que
lleva a la felicidad prometida (obsérvese
que la lógica del consumo
plantea el camino en sentido inverso).
En términos musicales
podemos decir que vivimos una especie de absolutización del ritmo: llevado a su más simple expresión,
se impone fuerte y estridente sobre toda expresividad sonora, incluso sobre la
voz humana, y no deja espacio más
que para el baile (o, mejor dicho, para cierto tipo de baile). Así
los productos de la industria cultural marcan el
ritmo de un consumo hipnótico
e irreflexivo: uno entra en ese ritmo o pasa a engrosar el ejército de los aburridos e infelices. El totalitarismo del ritmo se impone: “el que no hace palmas…” dice otra famosa
cumbia, cuya letra no voy a completar.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)