(Foto:aulaplaneta.com) |
Selene Peschel
La familia y una pregunta: ¿Qué dicen las entidades católicas sobre ella?
Muchos
males de la Argentina son también muchos males de la Iglesia. Es decir, con la
prevención se evitarían muchos dolores, precisamente porque son evitables. Las
familias son una clara prueba de ello. Si en vez de pensar en la cantidad de
divorcios que se incrementan anualmente, se pensara en la calidad de los cursos
prematrimoniales pasaría algo completamente distinto (Aunque mejor que hablar
de cursos se podría referir a la importancia de un aprendizaje constante en el
caminar de la vida parroquial).
Un
obispo argentino, mons. Sergio Buenanueva expresó, luego de finalizar el Sínodo de la Familia (2015),
que “cada diócesis tiene que plantearse de nuevo, ya desde ahora, cómo renovar
su pastoral familiar [...] mucho más en el Año de la Misericordia”. Sobre este
tema hay una c
uestión en la que es preciso ahondar y es lo que en este artículo se ha decidido denominar “la falta de asociación cristiana” y su relación con la familia.
uestión en la que es preciso ahondar y es lo que en este artículo se ha decidido denominar “la falta de asociación cristiana” y su relación con la familia.
¿Un antes y después en la
Argentina?
En octubre de 1934 la ciudad de
Buenos Aires vivió uno de los acontecimientos más importantes de la Iglesia en
la Argentina: el XXXII Congreso Eucarístico Internacional. Gracias a este
encuentro se produjo, en este país, una renovación espiritual que se plasmó en
la creación de numerosos movimientos e instituciones nuevas, sobre todo,
dirigidas al laicado. Una de ellas fue el Consorcio de Abogados Católicos. ¿Qué
tiene que ver esto con la familia?
Existen en el extenso territorio
argentino, numerosas entidades de este tipo que reúnen al laicado en sus más
variados colores, pero ¿Están en boca de todos los católicos? ¿Éstos conocen a
diario sus actividades, propuestas y desafíos? ¿Los profesionales,
trabajadores/as u obreros/as acuden a estas instituciones “instintivamente”en
busca de una orientación o capacitación como si se tratara de una entidad imprescindible
para su creciemiento en la vida de la Iglesia? O, para ser más concretos: ¿Cada
profesional sabe qué entidad católica lo representa?
Claro, que la institución que se mencionó solo es a modo de
ejemplo, no se quiere indicar con esto que no funcione o que no sea conocida,
todo lo contrario, es solo a modo ilustrativo para una mejor explicación de lo
que se quiere plantear. Se podrían haber citado también los Círculos Católicos
de Obreros, el Consorcio de Médicos Católicos o el Club Gente de Prensa, etc.
Las asociaciones son muy necesarias
y más todavía crecer en la vida de la fe de manera asociada. Sin ir más lejos,
en julio de 2014, se fundó en la Argentina la Federación de Asociaciones
Educativas Religiosas de la Argentina (FAERA).
Aqui se dejan algunas preguntas que
quizás algún lector podrá responder: ¿La voz de los psicólogos católicos
argentinos es tenida en cuenta? ¿Tenemos una fácil accesibilidad y familiaridad
con todos estos profesionales, sus estudios e investigaciones? Al menos, en
pleno siglo XXI, al intentar buscar a muchas de estas “voces colectivas” argentinas
en internet se encuentran los siguientes resultados: Páginas web caducas,
desactualizadas, fuera de servicio, inexistentes o muchas de ellas no tienen un
sitio o una orientación para saber a donde dirigirse.
Al volver sobre el tema de la
familia sucede algo similar. Existen entidades dedicadas al fortalecimiento,
acompañamiento, formación y promoción pero pareciera ser que muchas veces
tantos esfuerzos son aislados y no llegan a tener el alcance, la unidad, la
fuerza o la voz que deberían tener. Los motivos pueden ser varios: falta de
interés del laicado, falta de organización, falta de unidad desde el clero
hasta de los propios fieles pero, si se piensa en materia especialmente
familiar ¿No estaría faltando quizás ese “hábito cristiano” para la “natural
asociación” entre personas que, ya sea a través de su ocupación, oficio o
profesión tienen un mismo desafio?
Si se mira hacia otras religiones muchas veces se ve
esta unidad. Para que se entienda, por ejemplo, cuando se habla del aborto, la
eutanasia o cualquier otra ley que se quiera aprobar contraria a las enseñanzas
de la Iglesia, se escuchan múltiples voces de desacuerdo, pero no hay un
reclamo, o mucho mejor, una contrapropuesta superadora colectiva que surja de
todos los representantes de cada especialización. Deberían ser miles las
asociaciones e instituciones que se tendrían que escuchar. Por supuesto que no
se quiere decir que no las haya, existen sobrados comunicados de muchas de
ellas, pero lo que se intenta poner en discución es si estas instituciones
están lo suficientemente consolidadas y si son verdaderos faros de luz para el
querido territorio argentino.
Los desafíos que se le presentan
actualmente a la familia son posibles de afrontar pero de manera conjunta, colectiva, fraterna,
solidaria, asociada. Donde el individualismo siga jugando “en primera” no
permitirá que la labor de muchos católicos sean “levadura en la sociedad”. Aquí
está planteada la cuestión, es una inquietud que este artículo intenta dejar y
que, cada obrero/a, profesional, trabajador/a o cristiano de cualquier índole
podrá responder desde su especialidad.
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