domingo, 17 de mayo de 2015

¿En qué se parece el 25 de Mayo de 1810 y sonreír en la cola de la fotocopiadora de tu facultad?



Porque las grandes revoluciones no siempre empiezan con las armas


Por Juan Pablo Moreno

En pocos días se celebraran 205 años de la
histórica Revolución de Mayo. Inevitablemente los niños de las escuelas primarias lucirán una escarapela en sus inmaculados guardapolvos blancos, se realizaran actos en los patios de los colegios y dentro de las aulas los maestros contaran la típica historia de la primera junta, los paraguas negros, las empanadas y los pastelitos. La gente centrara su interés en lo que sucedió en aquellas épocas de conformación de nuestro país, y la palabra “Revolución” la escucharemos más de una vez en la calle, la escuela, la facultad, el trabajo y la TV.

A veces pienso que hay que tener en claro que los acontecimientos históricos más trascendentes de nuestro país es muy importante recordarlos, pero no hay que quedarse solo con lo que ya paso, jugando un papel casi de indiferencia con nuestras raíces. Ni tampoco hay que lograr encontrar en los hechos históricos únicamente las puertas que nos dejan a nuevas oportunidades. Lo que, en mi opinión, resulta importante descubrir al volver a mirar un hecho histórico son las pequeñas o grandes motivaciones que llevaron a los actores que participaron de ella a lograr algo que termino marcando un antes y un después en la historia de un país, para luego poder buscar en nuestras propias experiencias motivaciones que nos den la fe y la esperanza para realizar un gran cambio.

Me propongo en este artículo encontrar algunas de las pequeñas, humildes y sencillas cosas que en nuestra vida cotidiana podemos realizar para generar en nosotros mismos y en los que nos rodean una revolución al igual que aquel 25 de mayo.

Para entrar en el tema, ¡vamos con un poco de historia! Durante los años previos a 1810 parte de lo que hoy conocemos como Argentina era territorio del Virreinato del Río de la Plata gobernado por el Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros bajo las ordenes de el Rey de España Fernando VII. El objetivo de la Revolución de Mayo era deponer a Cisneros y nombrar una Junta de gobierno provisoria que marque el fin del virreinato. Efectivamente todo esto se cumplió, y después de varios años más y fuertes luchas se presento en 1816 el Acta de independencia en donde se leía: “[…] es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que los ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli. [y toda otra dominación extranjera]” esto último fue agregado 10 días después.

¿Cuáles son, entonces, las motivaciones que llevaron a tantas personas a enfrentarse con el régimen en el que vivían hace tanto tiempo? Tal vez haya sido el deseo de libertad, de paz, de ser autosuficiente, o muchas otras cosas parecidas o bien distintas a estas. Pero algo los hizo ponerse de píe y no quedarse cayados de brazos cruzados.

¿Y qué tiene que ver esto con nuestra vida de todos los días? Pues bien, nosotros podemos hacer muchas cosas para cambiar, a pequeña o gran escala, nuestra vida a partir de situaciones muy cotidianas. Podemos luchar contra el Virrey “fastidio” Cisneros sonriendo en situaciones en donde nadie más lo hace y tanto se necesita de una sonrisa, como en la espera de la fotocopiadora de la facultad, en la cola del banco o esperando el micro cuando hace más de 20 minutos que estas en la parada. Podemos así romper lazos con el Rey Fernando “tristeza” VII y sonreírles a personas que jamás reciben una sonrisa como a los niños que están en la calle o personas que pasan por un momento de dificultad en su vida. Podemos terminar con esos vínculos que nos atan a la violencia sonriéndoles a esas personas con las que no nos llevamos de la mejor manera y en infinidad de momentos en los que una pequeña sonrisa será el primer paso para una gran revolución.

La revolución del amor comienza con una sonrisa” decía la Beata Madre Teresa. “El demonio no puede resistir a la gente alegre” le enseñaba San Juan Bosco a los niños de su oratorio. “Que tu sonrisa sea el mejor regalo” nos pedía a todos el papa Francisco. En estos comentarios y en millones más de grandes santos y sabias personas se puede notar el deseo de comenzar con una gran revolución, una revolución basada en el amor y en la alegría como base de toda nuestra vida.

Pongamos en práctica este estilo de vida alegre y no nos dejemos vencer por las muchas dificultades que existen en el mundo de hoy. Dificultades que de seguro atravesaron también los que iniciaron la historica revolución de mayo en 1810.

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