viernes, 22 de mayo de 2015

Aporte en harapos Dedicado a la vanguardia revolucionaria.

Por X


Que facil de apuntalar sale la vieja moral 
que se disfraza de barricada 
de los que nunca tuvieron nada 
que bien prepara su mascarada 
el pequeño burgues. 
 
(Silvio Rodriguez, Canción en Harapos)


Lenin, en “Estado y Revolución”, dice que no se puede esperar nada de una legislatura pequeña burguesa, que cualquier cosa que saliera de allí, obviamente, respondería a los intereses de la clase gobernante. Entonces, ¿cómo, en el siglo 21, algo que vota el PRO, la UCR, el PJ puede ser progresista?


Las preguntas pueden seguir y seguir, pero vamos a detenernos en el tema de moda “el feminismo y la cuestión de género”. Hace unos años atrás, una madre, de esas prudentes y revolucionarias, decide o requiere a la justicia, el cambio de género de su niño de seis años. Esta situación, conflictiva para la época, marco un antes y un después en la mente de personas conservadoras como yo.

Las incógnitas fueron muchas, los planteos y debates también hasta que alguien, con muy buen tino y con mucha idoneidad-militante del genero (no es que milita en una curtiembre eh)-me afirmó “vos no entandes nada, la sexualidad no es natural, es una cuestión cultural…hoy nada es natural”. De esa manera, me desayuné de muchas cosas. Paso un poco de lista:


- La idea de “cuestión cultural”: que yo sepa, el patriarcado no solo fue impuesto por la Iglesia, sino, por el capital y la propiedad privada. Entonces, fue el sistema capitalista el que impulsó la política de patriarcado, a fin de conservar su predominio. Por lo tanto, hoy donde un niño, niña o adolescente o mejor dicho un “niñxs”, puede solicitar su cambio de sexo y donde existe un matrimonio que dice ser igualitario (extraña hasta la palabra, que yo sepa somos todos seres humanos), ¿el capitalismo ha sido vencido? 


- Pero que yo sepa, aun existe la plusvalía, el estado lo sigue manejando el poder económico de las finanzas, sigue habiendo tarjetas de crédito, el consumo es brutal ¿Cuál es la cultura que impone la sexualidad? ¿De que revolución me hablan? Pongamos un ejemplo para entender esta situación: Juan es un joven universitario, decide estudiar ciencias económicas y se compromete a realizar su carrera a termino. En ese interin, a mitad de carrera, comienza a trabajar en una empresa multinacional como “junior”. Juan, pospone la formación de su familia y reduce todo a su formación profesional. Juan se recibe con promedio 10, sigue haciendo carrera. Lo ascienden y lo ascienden, situación que lo obliga a hacer un postgrado. Así las cosas, Juancito, le dedica desde los 18 a los 30 años a su profesión y a crecer en el trabajo. En ese tiempo, no conforma familia, no tiene hijos, puede trabajar full time ¿Quién se ha beneficiado 12 años? ¿Quién se ahorro cargas sociales, licencias por enfermedad, actos de la escuela, etc?


El mismo ejemplo, lo podemos poner con Maria o con José. Sin embargo, este último, después de mucho sufrimiento, sale del closet. Se afirma homosexual y después de mucho trajín, se casa con juancito, el mismo del ejemplo de arriba. Los dos, siguen trabajando y siguen creciendo profesionalmente, hasta que se plantean la cuestión ¿Por qué no tenemos hijos?, la respuesta, mal que le pese a mi compañera de la facultad, es obvia. Un hombre, lamentablemente no tiene útero y por consiguiente, tienen dos opciones, adoptan o alquilan un vientre. Sea cual fuera la decisión que tomen, y aquí no se trata de retasar derechos, termina siendo una decisión “vamos a ser padres”. Aquí, entra en el juego otra cuestión, el consumismo.

Luca Prodan, cantaba “No se lo que quiero, pero lo quiero ya”, una decisión que seguro les cambia la vida, pero que en el fondo, sigue siendo una impronta individual, consumista y egoísta.

¿Por eso, de que revolución me hablan?


En tiempos de la modernidad liquida, en momentos donde la globalización ha alcanzado su mayor grado de importancia, donde existen mujeres, de los cinco continentes que figuran como ejército de reserva de la fecundación humana, en lugares donde los derechos elementales son retaceados para unos pocos, cuando se disparan los índices de desigualdad, donde los derechos de las minorías son tan reconocidos que, ya casi no existe mayorías ¿De que revolución me hablan?

La verdad que soy un retrogrado, la verdad que me siento un poco fuera de contexto, pero yo propongo una revolución distinta, yo entiendo, creo y sostengo que el único cambio posible, es la abolición del capital, hasta tanto, mientras siga existiendo las concentraciones económicas, los pobres, desdichados y hambrientos, no van a tener ley ni palenque (estado) para rascarse.

Este mes, Juan Pablo, habló sobre la revolución del amor. Creo que es más que necesaria. Los católicos, no somos reserva moral ni somos “santos”, pero tenemos un deber que resulta ser imprescindible, ser esperanza.


La revolución es esperanza, como lo fue pentecostés. Es momento de salir a la calle a preocuparse por los trabajadores, los niños con hambre y por cambiar el individualismo por prójimo.

Para ello, tenemos que hablar distintas lenguas y no encasillarnos. No discriminar y tratar de ser inclusivos. 


Al que quiera tergiversar este aporte. Al que quiera, decirme homofóbico, retrogrado y chupa cirio, antes que me preguntes, te interrogo  ¿Estas afiliado a tu sindicato? ¿Militas por los derechos de los trabajadores? ¿Te consideras, porque vas una Universidad, a la que solo acceden el 7% de los pibes de tu misma franja atarea, Revolucionario? Burgueses y revolucionarios de café. Abstenerse, sigan escribiendo para su minoría ilustrada y hablando de pobres entre universitarios.


Que facil es escribir 
algo que invita a la accion 
contra tiranos, contra asesinos 
contra la luz o el poder divino 
siempre al alcance 
de la vidriera y el comedor. 
Viva el harapo, señor....(Silvio Rodriguez, Canción en Harapos)






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