Un
antiguo profesor de la Escuela de Periodismo de La Plata –hoy Facultad-, de los
pocos que no confundían la docencia con las banderías políticas, solía advertir
ante una clase en la que abundaban las bocas de ganso: “El primer deber de un
periodista es el de estar bien informado”.
Hablamos muchas veces por hablar, sin documentarnos… y lo hacemos todos,
no solamente los periodistas. A esta tontera se agrega que solemos dar por
sentado lo primero que se nos ocurre sobre una situación, sin analizarla. Así,
cuando en la escuela nos contaron que la gente reunida en la plaza el 25 de
mayo de 1810 empezó a gritar “el pueblo quiere saber de qué se trata”,
entendimos que lo único que querían averiguar era qué pasaba ahí adentro y por
qué se demoraban tanto, y que los de afuera estaban cansados, y que llovía y
ellos querían volver a su casa a almorzar, cuando en realidad, en los términos
del Cabildo de entonces, “saber de qué se trata” era literalmente “saber sobre
qué asunto se está deliberando (o tratando)”, para ejercer el derecho de
vecinos a intervenir y discutir. No eran ganas de volverse a casa. Nuestra
pereza mental ha convertido en una reacción de impaciencia criolla lo que en su
momento fue un gesto de responsabilidad ciudadana.
Aprendamos a leer nuestra Historia. No nos quedemos con una primera
impresión de los hechos, que suele ser superficial. Y asumamos la costumbre de
estar siempre bien informados.
La
Redacción
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