Por X
Les invito a
reflexionar sobre la Cruz, la muerte y la resurrección de Cristo a través de
nuestros hermanos más pequeños.
La idea es recorrer
en 9 estaciones, el camino a la cruz del niño guacho.
1ra Estación. El niño es condenado
a muerte.
Guacho no se hace, se nace. El
niño habita en el seno de su madre, sus abuelos, ante el alejamiento de su “San
José”, deciden invitar a su madre a que aborte. La Familia, es de bajos
recursos y saben muy bien que no los van a poder mantener, sumado a ello el
abuelo acaba de fallecer y la abuela cree que no va a poder criar a su hija de
16 años y a su nieto por nacer.
Su mamá, su María, se escapa de
su casa y se alberga en lo de su prima, en una localidad del conurbano, allí
trabaja y la acompaña, ella también
estaba embarazada.
El trabajo no abunda, solo son
esporádicos e informales. La plata sigue sin alcanzar y los patrones, ante las
faltas debido a su embarazo, deciden no “llamarla más”.
Desempleada María, cae en la
pobreza total, por eso y por algún nefasto personaje de la noche, cae en el
paco y en la prostitución.
En medio de todo este embrollo,
el niño guacho es parido y devuelta condenado a muerte.
La muerte que se proyecta en
muchos espacios de la sociedad, es el origen de todos nuestros guachos de hoy, el semáforo, la droga, la esquina y el barrio
son los condicionantes nefastos de su vida, no podemos permitir que se siga
condenando, debemos tener políticas inclusivas especialmente con los sectores
más vulnerables de la sociedad, la condena a muerte es producto de su condición
de clase. Aquí, debemos detenernos y re- pensar las palabras del Papa en la
misa de los Argentinos…”Mateo 25”.
2da Estación. El niño guacho
carga con su Cruz.
Guacho pero no estúpido, en la
calle aprendió muchas cosas; malabares, manchar vidrios, hacerse el sordomudo,
punguerias y pequeños hurtos.
Él no sabe de su vida, la
desconoce, simplemente la vive. Se hace el fuerte con sus compañeros pero se le
llenan los ojos de lágrimas al pasar por la juguetería, añora la alegría de los
niños bien, se siente desbastado, cansado y desganado. La tristeza lo invade,
le arranca el corazón y le destruye su vida.
En la esquina del centro llora
para no manchar con lagrimas el barrio, sólo sin nadie. Le cae la ficha de su
vida, se da cuenta que existen diferencias y que por más que su “rancho” le
haga de referencia él no da más y su
vida de guacho ya le cuesta horrores.
La Cruz de mi amigo, es la cruda
realidad de la soledad. La carga solo y con una sola verdad, la muerte.
Reflexionemos cada día más sobre
esta cruz y sobre su calvario. Esta cruz, les aseguro que es tan pesada como la
de cristo.
3ra Estación. El niño guacho cae
por primera vez.
Cargando la cruz es difícil
mantenerse en pie. Cada día que pasa el hambre es más fuerte y la tristeza se
va a cumulando en el corazón.
Es invierno y nuestro niño guacho
ya está cansado. Camina al rancho con unos billetes listos para cambiar la
realidad, va hacia la esquina de Matheu y 9 de Julio, aún se encuentra en el
centro de la ciudad, espera, mira, su cara se hace rara…saluda a unos vagos y
pregunta ¿Tenes?...la respuesta es obvia, el niño guacho cae por primera vez,
cerca de la cara de muchos de nosotros, cerca de las artes y cerca de la
seguridad, cae y todos los vimos.
Esta primera caída, es un saque
que lo aleja de la realidad. ¿Qué le abra pasado cuando pasó el trance? ¿Qué
ideas tuvo? Seguramente, se le ocurrió rendirse, pero, la vida da oportunidades
piensa y afirma “seguro con la ayuda de
los pibes voy a salir adelante”.
La droga que se vende cerca de
las arterias principales y de las alejadas, cerca de comisarias y legislaturas,
ahí, vemos como caen y siguen cayendo nuestros guachos. Justo a los ojos de los
grandes señores de la sociedad
4ta estación. Encuentro con su madre.
El niño guacho vuelve al rancho,
allí es recibido por una mujer ensangrentada, es la misma que le dio la vida
pero la misma que lo deja tirado, la que se va siempre con un tipo distinto.
Ella esta ensangrentada, fue golpeada y abuzada por su pareja. El niño guacho
corre a su encuentro, le seca las lagrimas con su ropa, trata de quitarle la
sangre de la cara y le pregunta ¿Fue él? ¿Qué te hizo? Nada, responde la chica
y termina diciendo…somos nosotros dos solamente.
El guacho comprende otra
realidad, la de la familia. Familia destrozada pero familia al fin. En el
barrio camina una mujer hace mucho tiempo, Alma, ella se preocupa por los
pibes, al verlos de esa manera se les acerca y les ofrece ayuda.
Pasó el tiempo y la familia sigue
igual, chirolas que se consiguen chirolas que van a la panza, pero la “Maria”,
decide irse un día, el guacho vuelve a estar solo. Corre hacia lo de Alma y
llorando le dice “se fue”. Se cruzan en un abrazo increíble, Alma empieza a ver
al guacho de otra manera, ahora es otro de sus hijos, uno de los tantos que
necesitan de su ayuda.
Pensemos en las familias,
detengámonos a ver el trabajo de las madres del corazón, cuantas “Almas” hay
por el mundo que ponen el pecho y su trabajo a la vida de los niños, cuantos
guachos y cuantas mujeres son víctimas de violencia. ¿Qué debemos hacer?
¿Asimilamos la vida de estas mujeres? ¿Comprendemos o juzgamos? ¿Vemos en Alma
un corazón lleno de amor?
5ta estación, El curita que colabora en la vida del niño guacho.
Hace unos meses atrás, al barrio
se mudó un cura nuevo. La gente de a poco lo empieza a querer, es un tipo de
barrio, de familia humilde. Sabe lo que es la pobreza y lo que es criarse sin
padre.
El sacerdote, siguiendo los pasos
de un santo, plantea algo nuevo para el barrio “un oratorio”. A este lugar
concurrió nuestro guacho con la promesa de algo para comer.
El cura forjó un lindo grupo de
pibes, pero con el “guacho” mantuvo un dialogo más fuerte. Sin duda, se ve
obligado a cambiarle la vida.
Con un gesto cercano, se le
acerca y le dice…”desde hoy, vos y yo vamos a ser amigos, yo no quiero que me
digas padre ni cura, desde hoy vos y yo somos hermanos”…estas palabras fueron
clave para el niño guacho que vio en el curita a un hermano y la “Alma” a una
verdadera mamá.
Los curas de las periferias son
los que comprenden la realidad de los pibes, curas que conocen la vida de los
más humildes y viven invadidos por una pobreza incalculable. Los obispos y
muchos laicos, no podemos ver más allá de la liturgia, no nos detenemos nunca a
pensar en la vida de los más humildes.
La iglesia debe ser el reflejo de
cristo que vive en el corazón de los trabajadores, Iglesia que redime y que
busca la salvación como un pueblo que hace de cristo su elección de vida.
6ta Estación. El niño guacho cae por segunda vez en los brazos de alma.
De vuelta a las andadas, el niño
guacho vuelve a consumir. Esta vez, es fuerte, le pega mal y se va de caño
Camina en dirección al centro,
entra a un comercio y con un arma apunta a la frente del comerciante y se lleva
un pequeño botín.
La policía esta alertada del niño
guacho, pero esta vez se les escapó.
Llegando al barrio, se tropieza y
cae. Al levantarse ve a su hermano, al curita, no lo puede ver a la cara “que
te pasa” pregunta el sacerdote, el niño no contesta y atina a correr a lo de
alma.
Llorando, le dice a la mujer lo
que pasó, triste alma lo abraza, lloran ambos. El niño guacho, comprende lo que
hizo, se da cuenta de la droga y sus peligros. Pero lo que más le duele es que
piensa en que el cura no lo va a perdonar.
Llega el sábado y es día de
oratorio, el niño guacho decide no ir. El cura junto a uno de sus colaboradores
van a su encuentro, el pibe no quiere salir, tiene miedo. El joven que esta con
el cura le afirma “no seas boludo, pase lo que pase vamos a estar con vos”, el sacerdote
también dice “Hermano, no hay nada tan grande como la misericordia de Dios,
comprendo tu realidad porque la sufro con vos, porque vos y yo somos lo mismo,
vos y yo somos Dios”.
El guacho, acepta, sale y se
acerca al padre pensando las palabras que se le habían ocurrido, no las llega a
decir, el cura lo abraza y lo invita devuelta a la fiesta del oratorio.
No podemos juzgar más, la
realidad de los chicos nos interpela a seguir creciendo en el amor. La vida
estos niños necesita de nuestra ayuda.
7ma estación. El guacho cae por tercera vez, es despojado y cae víctima del gatillo fácil.
Sigue pasando el tiempo y siguen
los problemas, nada se soluciona en la vida del niño guacho. La droga ya es
vicio, el robo y las malas compañías también.
Alma y el cura se sienten
desbordados, ya no saben que hacer con él. Además, descubren una trama secreta
en la vida de nuestro niño guacho, roba para la policía.
De esta manera, el niño guacho se
acerca a su final. A fines del invierno, junto a unos amigos deciden dar un
golpe a una concesionaria de autos, es un plan certero. Se preparan y van
camino a su misión, ingresan, apuntan y salen corriendo, el niño guacho es
visto por un policía que lo identifica.
El robo sale en la tele, la
opinión pública carga las tintas contra los niños, la policía y el gobernador
necesitan de un trofeo, van al barrio, entran a la casa del niño guacho y
mientras estaba durmiendo, le tiran tres duros tiros que terminan con la vida
de nuestro amigo.
El juicio con el que fue
condenado a muerte es el que hizo un especialista en televisión, la certeza del
robo y de la culpabilidad es la de los policías que le han disparado. Nuestro
amigo murió, cayó por la droga y el desamparo, se fue por desidia de un estado
muchas veces ausente.
¿Qué papel juegan los medios de
comunicación en nuestras vidas? ¿Cómo condicionan la opinión pública con sus
títulos extraordinarios? Es momento que la palabra sea del pueblo, es tiempo de
que gritemos y que nos hagamos escuchar. Los políticos piensan en frases lindas
pero los pibes en el pan de cada día. ¿Qué vamos a hacer?
8va Estación. El niño guacho en los brazos de alma y del cura.
Conocida la noticia, el Cura y
Alma corren a la casa de nuestro hermano, lo ven muerto. El llanto es imposible
de sostener. El cura intenta dar un responso pero se da cuenta que no puede,
pide al cielo una colaboración, niega a Dios, no puede entender que se le hayan
llevado a su hermano.
Alma, ve con duda el cuerpo lo
acaricia y lo llama por su nombre, el pibe ya descansa en paz.
9na Estación. La resurrección.
El niño guacho murió, pero
resucitó en nuestras vidas.
La vida de estos niños es nuestra
prioridad, ellos son los pibes, los chorros, los vagos, los guachos, los
negros, ellos son todo esto pero también son Juan, Ariel, Ezequiel, Eduardo,
Dario, Miguel, Jonathan, Gabriel, Manzana, son las caras, si las caras de los
semáforos, son la pobreza y son las mafias del sistema político, son todo lo
que no queremos ser pero son y deben ser nuestro motor de vida.
Como
cristiano, aspiro a la resurrección del pueblo, entiendo que el reino es en la
tierra y lo conformamos todos. Una vez dije que éramos antorchas de luz y
camino de salvación, hoy lo sostengo, ya no más cristianos de sacristías, hoy
más que nunca jóvenes comprometidos por la realidad, sabiendo que nuestro niño
guacho a resucitado en el corazón de todos los niños, niñas y adolescentes que
necesitan de nuestra ayuda.
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