Por Juan Ignacio Salgado
“Tú quieres que no sea,
“Tú quieres que no sea,
que deshaga
esta mezcla de soles y de
estrellas”
Que el mundo fue y
será una porquería no es novedad para nadie. El jardín del Edén es para muchos
solo una leyenda, para otros una promesa. Pero este valle de lágrimas que nos
ha tocado en suerte es una realidad para todos, aunque es cierto que el reparto
de lágrimas no es equitativo. Pero quien más quien menos, a todos nos toca
sufrir de vez en cuando. Eso siempre ha sido así.
Sin embargo, a pesar
de todos los males y pesares, la vida, en la opinión general, era considerada
buena.
Cada niño que nace
es una buena noticia solía decir Facundo
Cabral. En cada niño que nace vuelve a
nacer la humanidad, se renueva. Porque cada niño es una promesa, es una esperanza,
es una oportunidad de ser mejores.
Pero, parece ser,
que eso era antes. La novedad que nos
trae nuestra sociedad en la cúspide de la pirámide evolutiva es que todo eso de
la esperanza en la vida nueva no va más,
paso de moda, está out.
No sé cual será la
causa de todo esto, pero las modas son
modas.
Hoy cada niño que
nace no es una buena noticia, cada niño por nacer no trae esperanza, todo lo
contrario, es una amenaza. Amenaza de
qué, todavía no me lo han dicho. Pero lo que es seguro es que hay que
eliminarlo. Y esto es tarea urgente, y al parecer, tarea del Estado.
Según parece es deber de todo médico y derecho
de toda madre poder terminar con la vida de su hijo antes de que nazca. Pero
esto no es tan feo como suena, porque no es que siempre sea un derecho, sino
solamente cuando la madreo la autoridad competente expone razones perfectamente
fundamentadas del porqué ese niño no debe nacer.
Hasta ahora las
razones perfectamente fundadas que en nuestro país se están discutiendo no son
muchas. Una de ellas, que parece ser la que mayor aceptación tiene, es que el
padre de la criatura sea un violador. En ese caso por el bien de la madre,
victima de una violación, ese niño no debe nacer.
Y para evitar que
esto suceda, el gobierno de la Pcia de Bs As tiene una idea. Una Equipo móvil
para abortos, que acudiría a cualquier hospital donde alguien necesite terminar
con un embarazo, pero donde los médicos se nieguen a realizar tal práctica por
razones de conciencia personal. Para garantizar que ese niño no nazca el Estado
no escatima gastos ni esfuerzos.
Afortunadamente
esta idea no han podido llevarla a la práctica, pero el solo hecho de que se
les haya ocurrido como posible solución ya es un gran problema.
Chesterton decía, hace más de un siglo:
“En una reunión de café oímos decir
fácilmente: «Esta vida no vale la pena de vivirse». Lo oímos como oímos decir
que hace un hermoso día: nadie considera que ello pueda ejercer ningún efecto
de importancia sobre el hombre o sobre el mundo. Pero si esa expresión llegara
realmente a aceptarse, el mundo andaría de cabeza. Se premiaría con medallas a
los criminales por librar de la vida a los humanos; se perseguiría a los
hombres porque libran a las personas de la muerte; se emplearía el veneno en
lugar de la medicina; llamaríamos a los médicos cuando estuviéramos sanos; las
sociedades de salvamento de náufragos serían consideradas como hordas de
asesinos.”
Yo no se si al
escribir este párrafo pensó que quizá algún día se convertiría en realidad,
pero definitivamente fueron proféticas sus palabras.
El pesimismo a
ganado la batalla. Somos una sociedad derrotada, donde lo que no se quiere se
mata.
Me pregunto nomás,
si esta sentencia es definitiva, o si acaso todavía estamos a tiempo de cambiar.
Otra vez vienen a
mi mente las palabras de Facundo Cabral, “en una eternidad se puede empezar de
nuevo a cada instante”. El problema sería por dónde empezar. Y la mejor
respuesta que se me ocurre es: empecemos por el principio. Por el principio de
todo, el principio de toda vida. Que cada niño por nacer sea una buena noticia
otra vez y para siempre. Porque la Beata Madre Teresa tenía razón, los niños son como las estrellas, nunca son
demasiados.
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