viernes, 24 de enero de 2014

No alcanzan las buenas intenciones

Por Juan Pablo Olivetto Fagni

 En este segundo texto para la revista x, me gustaría profundizar en algunas cuestiones que apenas nombré en “Te invito a pensarte y a pensar en la educación”. Propongo leer mi primera nota antes de seguir leyendo esto.

 A partir del primer texto, más de uno me dijo que le gustó mucho, que dejé muchos temas abiertos y que se quedaron con ganas de leer más. Se imaginan la alegría que me generó eso, pero a la vez implica una responsabilidad de poder aunque sea, continuar escribiendo párrafos que inviten a pensar y a actuar por el bien común.


 En este sentido, me gustaría desarrollar los conceptos de “estructura de muerte” y de “estructura de vida”. Cuando hablo de estructura hablo de estructura social, de todo lo material y simbólico que compone a la sociedad, lo visible y lo invisible, las calles, las casas, las plazas, pero también las palabras que les dan nombre a esos lugares, las valoraciones, los prejuicios, los conocimientos, etc.

 La estructura de muerte, sería aquella que produce muertes injustas, relaciones de opresión entre las personas, diferentes tipos de violencias, divisiones, enemistades, etc. Esto sería lo imperante hoy, pero no es lo único, la estructura de vida surge como las estrellas en la noche, en donde las personas se encuentran e intentan generar relaciones que potencian y liberan, o en donde se lucha día a día por una vida digna, cuando se conquista la paz, cuando se camina hacia el bien común. Pero esas estrellas, inconexas entre sí, aún no tienen la fuerza para eliminar la oscuridad.

 Quizás algún lector ha llegado a este punto y se pregunte ¿qué corno tiene que ver esto con la educación? Retomo unas palabras del anterior texto: “Un educador cristiano puede ver en el otro un potencial transformador y liberador que realmente escapa a nuestra comprensión, porque no nace del esfuerzo y la voluntad del hombre, sino de Dios.” Ese potencial transformador y liberador no se canaliza y se hace cuerpo en el aire, se hace real y posible en una estructura social, educamos en una estructura social y por lo tanto influenciándola. No podemos olvidarnos de eso.

 ¡Cuántas intervenciones no logran concretar las buenas intenciones! ¡Cuántos educadores con buena voluntad terminan frustrados, desilusionados! Por esto mismo pensar estructuralmente es algo completamente necesario. No pensarme como un educador solo, sino que comparto con muchos otros las problemáticas que me impone esta estructura de muerte. Y por lo tanto, la construcción de la estructura de vida no puede ser sólo.

Otra ayuda para tener intervenciones más efectivas, puede llegar a ser hacer una lectura de la realidad en la siguiente clave: personas-instituciones-sociedad/estructura social. Las personas conformando a las instituciones, (escuelas, familias, hospitales, ministerios, parroquias, movimientos sociales, clubes de barrio, etc.) y las instituciones haciendo a la sociedad. Quizás antes de “cambiar la sociedad”, habría que pensar y actuar como educadores, en y para las instituciones.

Por último me gustaría desarrollar lo que me mueve a escribir: “articular diversas instituciones o grupos de personas, con diferentes y hasta “antagónicas” formas de pensar y de ver el mundo…”. En otras palabras, es fomentar el trabajo en red, el trabajo entre instituciones, pero no sólo buscando encuentros entre los que comparten la forma de ver el mundo. Ya que, como mencioné antes, todos compartimos los problemas que nos impone la estructura de muerte, claro que hay personas e instituciones con un alto grado de responsabilidad de generar estas estructuras, pero todos somos víctimas de las mismas, y en cierta forma todos somos victimarios también.

Si bien somos muchos los que luchamos por generar estructuras de vida (aunque no todos las llamemos así), es común el sectarismo, es decir, el encontrarse y organizarse sólo con los que piensan más o menos como uno. Si bien es claro que no todos nos vamos a poner de acuerdo en todo, nunca sabremos si es posible articular y sumar fuerzas hasta que lo intentemos.

Me despido invitando a quienes leen esto a comentarlo, así se enriquece con el aporte de todos.

2 comentarios:

  1. Me pareció más que interesante la metáfora que haces con las estrellas para describir el estado de situación en el cual nos encontramos quienes queremos construir estructuras de vida y que muchas veces nos encontramos solos, o nos sentimos así, porque no nos animamos a salir a buscar aliados o creemos que no existen quienes piensen como nosotros. Es mas que motivante el desafío que planteas con respecto al trabajo en unión y colaboración, creo que es un largo camino e implica grandes desafíos educativos que van a la raíz misma del ser humano, pero sin dudas es el mejor camino para generar un profundo y verdadero cambio...mantenernos en zonas de seguridad o comodidad nunca conduce a nada, porque no se avanza.
    Y definitivamente creo que nunca deberiamos olvidar estas palabras: “Un educador cristiano puede ver en el otro un potencial transformador y liberador que realmente escapa a nuestra comprensión, porque no nace del esfuerzo y la voluntad del hombre, sino de Dios.” porque quienes conocemos y experimentamos el "bonus track" que nos impulsa a diario en la vida, en nuestra misión, en el caminar, tenemos la Gracia de poder hacerlo por una razón mucho mas trascendental que la economía, o las instituciones -Y sin querer sonar "cursi" o vacía- lo hacemos por Amor, pero ese Amor que activa, que es vida, que es paz, que es plenitud y que engloba cada aspecto del ser humano (afectivo, material y simbólico.)

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    1. Me alegra mucho que te haya gustado Lali! Me quedo pensando sobre los "grandes desafíos educativos que van a la raíz misma del ser humano".
      Un abrazo!

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