sábado, 18 de abril de 2015

TERESA DE JESÚS: MíSTICA Y MUJER


Por Nora Pflüger

   Teresa amó a Jesús con todo su ser, desde lo más profundo de su identidad femenina.


  Santa Teresa de Jesús –o Teresa de Ávila- es una de las más grandes místicas de la Historia de la Iglesia, con un modo específicamente femenino de experimentar su relación con Dios, y especialmente con Jesucristo.
  En el libro “La fuerza de la mujer en Teresa de Jesús”, de María Rosaura González Casas (Ed. Claretiana, Buenos Aires, 2007), la autora analiza algunos rasgos de la espiritualidad de la gran carmelita española, situados precisamente en esa zona de unión entre el ser mujer y el ser cristiana.
 Amor de agradecimiento y receptividad: libre de ciertas teorizaciones filosóficas que oponían cuerpo y alma, más propias, en aquel tiempo, de la mentalidad racionalista y dualista de los varones, Teresa vive la necesidad de unión con Dios en la integridad de su naturaleza, y se hace receptiva a esta unión no sólo con su alma, sino también con su sensibilidad y sus sentidos. La santa valora hondamente lo que recibe del Señor y nos habla de la “gratuidad” del amor de Dios hacia nosotros.
 Relación con Cristo: para Teresa, es necesario contemplarlo como  Dios y como Hombre, imaginar y recordar lo que sufrió por todos y cada uno, vivir la “com-pasión” por Él.
 Relación que transforma: amor de enamoramiento: Teresa ama a Cristo con todo su ser y en este amor se da un “ensanchamiento del alma” y un transformarse poco a poco en el Amado.
 Matrimonio espiritual: su vinculación con Jesús es una mutualidad, un permanente dar y recibir, en el que involucra toda su humanidad de mujer.
  Amor de solidaridad: la relación de intimidad y unión con Cristo la conduce a compartir su vida, dolores e intereses para la salvación de las almas. De ese modo se preocupa por sus hermanas de comunidad, por los que padecen necesidades y peligros, por los espíritus extraviados, por los que se apartan de Jesús.
  Sin haber sido ella una “feminista” en el sentido moderno del término, y sin haberse alejado de las condiciones que le imponía la época, el testimonio de mujer auténtica de Teresa sigue siendo, todavía hoy, un ejemplo y un desafío.

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