lunes, 20 de febrero de 2017

¿Mi vecino el asesino?

Selene Peschel

Hace más de veinte años (o un poquito más) la palabra inseguridad en la Argentina no se
escuchaba en los pueblos del país, eso era un problema de las grandes ciudades. Aquellos pobladores decían: “¿Está brava la ciudad no?”. Por supuesto que en las pequeños poblados había algunos sucesos vandálicos pero eran hechos aislados y en su mayoría no eran habitantes del lugar. Los robos eran atribuidos solo a esas “caras desconocidas o extrañas”, tal era el caso que los delincuentes llegaban al pueblo solo para realizar su “cometido” y no se los veía más.  


Para los habitantes de e
stas localidades la palabra inseguridad no les era propia y un robo solo quedaba escrito para siempre en el anecdotario del lugar. Quien haya vivido en un pueblo sabe que es así: se podían dejar las puertas de las casas abiertas, incluso las ventanas; las rejas solo eran un elemento decorativo pero nunca se pensaban como una forma de protección hogareña; las bicicletas descansaban en las veredas sin ningún tipo de candado y los autos con la ventanilla baja y, por supuesto, sin alarma no eran el blanco de nadie.

Hoy en día, en algunos pueblos (los más alejados y pequeños de las urbes principales) todavía se puede ver esa tranquilidad y muchas puertas abiertas para el asombro de los visitantes.

La clave estaba en que todos se conocían o al menos sabían de la realidad de su vecino. En un pueblo todo se sabe pero, en una ciudad, las “caras desconocidas” son muchas veces hasta los propios vecinos. Esa familiaridad no existe y lo que le pasa al del lado muchas veces no importa.

¿Seguridad para quién?
Últimamente cuando los robos, los hechos de violencia y el vandalismo no cesaban en un barrio comenzaron a formarse en La Plata muchos grupos de vecinos autoconvocados para reclamar seguridad (muchos denunciaban que hasta sabían donde vivían los delincuentes que los violentaban y que la policía aún así no hacía nada).
La pregunta es ¿Ante esos “extraños”, esas “caras desconocidas” ( o lo que es peor aún que muchas veces son super conocidas) cuál es la actitud que se toma frente a ellos? Habría que pedir seguridad, sí (que se cumpla la ley) pero también los vecinos deberían proponer alguna medida superadora para prevenir esta situación, al menos como su condición de vecinos, una propuesta barrial en conjunto con todas las instituciones (¿Sino para que están estos organismos? Sólo sirven para el que pueda pagar para acceder a ellas). Fuera de la discusión que el Estado es el mayor responsable, el barrio también tiene que ser parte de la solución. Por ejemplo, los clubes, los centros culturales y, en primer lugar, la parroquia deberían ser lugares donde mediante diversas actividades se brinde un espacio a aquellos que están excluidos del sistema. Ayudar a encontrarse con aquellos que no tuvieron oportunidades o una familia que los contenga y les enseñe los valores principales de la vida.

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