Y otras
posible soluciones al debate sobre la inclusión de los no democráticos…
Cecilia López Puertas
doy tres
pasitos y me pierdo.
Un pasito
para atrás,
y no doy
ninguno más.
Porque ya
hasta me olvidé…
dónde puse
el otro pié.
(“El País de No me acuerdo”, María Elena Walsh)
Hace unos meses di con el número 6 de la revista “Voces Recobradas”,
una publicación del Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires en tiempos
en los que Fernando De la Rúa era Jefe de Gobierno de la Ciudad y Dar
ío
Lopérfido su Secretario de Cultura. Final del Menemismo. Diciembre del año
1999. Dos años antes de que Fernando, ya convertido en Presidente, saliera
volando de la Casa Rosada en un helicóptero y dieciséis años antes de que Darío,
ya convertido en Ministro de Cultura de la Ciudad, declarara que en realidad
tampoco son 30.000 los desaparecidos que se cobró la última dictadura militar
de la historia argentina.
Mucha agua pasó por debajo del puente y pensar hoy en la memoria es un
poco querer juntarla usando solo las manos y cuidando que no se nos escurra
demasiado en el camino. El resultado no lo conocemos pero una cosa es cierta:
hay que mojarse.
Parece ser que la revista nació ese año con la intención de plasmar el
resultado de una investigación que se hizo a través de Talleres Orales
Barriales y siguió dando vueltas al menos hasta 2012. La idea era generar un
espacio en el que ir reconstruyendo buena parte de la historia argentina
reciente desde el testimonio oral de personas comunes y corrientes que se ponen
a pensar y repensar sobre lo que vivieron, cómo lo vivieron[1].
¿Por qué es importante el relato oral en la historia reciente?
Primero que nada porque la palabra escrita es muda. No puede responder
si es interpelada y deja afuera algo que es inherente a la memoria: el olvido.
Ya alguna vez traje por acá alguna de las muchas cosas interesantes que
dijo Tzvetan Todorov (recientemente fallecido, el 3 de febrero de este año 2017).
Este historiador, filósofo y lingüista búlgaro, se pasó la vida intentando
encontrar razones y explicaciones que ayudaran a que de una vez por todas los
humanos dejáramos de lado las diferencias y nos decidiéramos a entendernos.
Todorov decía que la memoria no es lo contrario del olvido. Lo contrario de
olvidar es recordar… Ergo, la memoria era el resultado de recordar algunas
cosas y olvidarse de otras.
Yendo, quizá, un poco más allá en la tarea de pensar cómo se construye
esta memoria, Philippe Joutard, historiador y catedrático francés, dice que en
realidad su verdadero fundamento es el olvido. Que la memoria se constituye por lo que rechaza, y las razones de ese
rechazo suelen ser que lo encuentra insignificante o demasiado significante. Hacer un análisis crítico de estos relatos
orales implica convencerse de que esos “olvidos”, esas “fallas”, esas
“deformaciones”… tienen una significación, ahí radica gran parte de la fuerza
de los testimonios orales. Ahí, y en otra convicción, la de que la historia
contada por los hombres y las mujeres tiene un gran valor pero no agota la
realidad, es sólo una aproximación[2].
Hay un artículo en la revista de la que les hablo que se titula: “Las
luchas por las Memorias: Lugares y fechas en las dictaduras y en la
transición”… es un comentario de la conferencia de Elizabeth Jelín, socióloga e
investigadora social argentina. Si pueden, léanlo. Solo traigo acá algunas de
sus conclusiones porque además de ser muy interesantes, 17 años después
resultan bien paradójicas a la luz de las declaraciones de aquel Secretario de
Cultura que firmaba muy orondo estas mismas publicaciones. Y además porque
últimamente se ha intentado reabrir un debate fogueando unas declaraciones de
Juan José Gómez Centurión, actual Director Nacional de Aduanas y veterano de
Malvinas.
Últimamente otra vez la historia nos encuentra a los argentinos
debatiendo sobre quién debe apropiarse de la memoria y para qué. Qué recuerdos
se intentan destruir y porqué cuando pasa eso suele ocurrir que el resultado es
que se multiplican las memorias. Jelín habla directamente de luchas por la memoria y se pregunta ¿Es condición necesaria haber sido víctima
directa de la represión para tener más autoridad y más legitimidad para hablar?
¿Pueden (podemos) quienes no vivieron
la represión, participar en el proceso histórico de construcción de una memoria
colectiva?
Arriesga una respuesta. Dice que sí, pero que a falta de canales institucionalizados oficiales que reconozcan
abiertamente la experiencia todavía reciente de violencia y represión, la lucha sobre la verdad y sobre
las memorias apropiadas se desarrolla en la arena societal, es decir en la
calle y los que más legitimados aparecen son aquellos directamente vinculados
con esa historia de horror. Por eso las Madres y las Abuelas se escriben con
mayúscula.
Es verdad que en aquel 1999 en el que escribía Jelín todavía no estaban
“los juicios”, todavía era posible encontrarse caminando lo más panchos por la
calle (incluso trabajando en el Estado) a personajes bien comprometidos con el
último golpe. En los últimos años “se reconoció abiertamente” esta historia de
horror… pero hay muchos silencios que completar todavía, hay nietos por
recuperar, cuerpos por encontrar, hay muchos cabos sueltos… y la posibilidad de
que aquel legítimo reclamo de justicia no acabe monopolizando el contenido y el
sentido de la memoria colectiva dependerá en parte de cuanta democracia estemos
dispuestos a poner en juego.
Construir la memoria es “…un
fenómeno por naturaleza fragmentado y contradictorio. Cuando se plantea de
manera colectiva como memoria histórica o como tradición, como proceso de
conformación de la cultura y de búsqueda de las raíces de la identidad, el
espacio de las memorias se convierte en un espacio de luchas políticas. Alude a
la capacidad de preservar el pasado, pero esa capacidad necesariamente implica
participar en la lucha por dar sentido a lo que está ocurriendo ahora y al
proyecto futuro que tengamos. Las rememoraciones colectivas cobran importancia
política como instrumentos para legitimar discursos, como herramientas para
establecer comunidades de pertenencia a identidades colectivas y como
justificación para el accionar de movimientos sociales que promueven y empujan
una democratización cada vez más profunda…”[3].
Aquí hay un problema serio que no es un problema solo argentino ¿Qué
hacemos con los no democráticos? ¿Qué hacemos con los Lopérfido, con los Gómez
Centurión? Es que la democracia es la posibilidad de incluir a todos en el
debate, incluso a quienes están opuestos a estas ideas... Jelín lo formula de
manera muy genial: Qué se hace con
aquéllos que sí están opuestos a estas ideas pero que su oposición está basada
en no compartir la idea de darle lugar a la oposición. ¿Cuáles son los límites
del espacio democrático?
Ella insiste en historizar la memoria pública, en buscar los silencios.
En palabras de Joutard entender lo valiosos que son esos olvidos, esos fallos…
pero aplicado a la forma en la que se ha ido transformando la memoria pública
en los diferentes momentos.
Yo insisto con que tenemos que recuperar la palabra oral. La
conversación. Tenemos que hablar y hablar… sobre el amor, sobre la paz, sobre
la tristeza, sobre lo que pasó, sobre lo que hubiéramos querido que ocurriera, sobre
la violencia, sobre la injusticia… tenemos que escucharnos.
La última dictadura militar argentina empezó el 24 de marzo de 1976.
Hace 41 años. Más años de los que yo tengo (que nací en tiempos de la Guerra de
Malvinas). Mi mamá cuando me portaba mal o protestaba por algo me decía “Ojo, que vos naciste con Galtieri pero esto
ya no es una dictadura!”. A lo mejor en parte por eso crecí consciente de
esa lucha entre lo que había pasado y lo que ya no más. Nunca más.
No tengo una historia personal de víctimas directas, ni de victimarios
directos. Pero nací en esta tierra y tengo una historia personal que se enrolla
y se intrinca en la historia colectiva. Cada 24 de marzo que fui a la marcha
comprendí desde el fondo del corazón que ese “Nunca más” era también mío. Hoy
voy con mi hija de dos años y quiero que ese grito sea de augurio, para que el
nunca más sea también de ella.
[1] Para el que quiera descargar algún número de la revista que le
interese dejo acá el link: http://www.buenosaires.gob.ar/cultura/patrimoniocultural/patrimonio/publicaciones/vocesrecobradas
[2] De la conferencia de Philippe Joutard en IV° Encuentro Nacional de
Historia Oral sobre "Conflictos y experiencias del siglo XX", llevado
a cabo los días 25, 26 y 27 de agosto de 1999. Citada en el número 6 de la
revista “Voces Recobradas”.
[3] Elizabeth
Jelín, conferencia sobre “Las luchas por las Memorias:
Lugares y fechas en las dictaduras y en la transición”.
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