Francisco Andres Flores
Eclipses, emperadores y calendarios para aproximarnos al
nacimiento de Cristo y a las asombrosas coincidencias de la próxima Semana Santa.
Recordando el inicio del artículo
anterior, decíamos que fue un monje llamado Dionisio el Exiguo quien, alrededor
del año 525 después de Cristo, propuso contar precisamente
desde el nacimiento de Cristo y no según las
referencias usuales de la época (años
consulares, desde el reinado de Diocleciano o desde la fundación de Roma).
Realizando cálculos llegó a la conclusión que Cristo nació en Diciembre del año 753 desde la fundación de Roma (Ab Urbe Condita = AUC), por lo cual designó el 1 de Enero del siguiente año (754 AUC) como el primero del primer año dela Era Cristiana o Anno
Domini (1 AD o 1 Después de Cristo = D. de C.). Dionisio no puso en duda la fecha del 25 de
Diciembre, que como vimos en el artículo anterior era ampliamente aceptada
como fecha probable del nacimiento de Cristo desde varios siglos antes. Tampoco cambió el
Calendario Juliano (que recién se reformará en el Siglo
XVI con el Papa Gregorio XIII, en cuyo honor se llamó Gregoriano
y es el de uso actual). Tampoco propuso
el conteo negativo de los años hacia atrás del
nacimiento de Cristo (artificio que es de introducción posterior)
sino que seguía contando desde la fundación de Roma,
pero del 753 AUC se pasaba al 1 AD (o 1 D. de C.). ¿Por qué no fijó el comienzo del año el mismo 25/12? Porque hubiera implicado correr todas las
fechas de referencia, ya universalmente aceptadas en el mundo romano, y por eso
respetó el día ordinario de comienzo de año (1 de
Enero); así que, según su cálculo,
Cristo nació 6 días antes del año 1 después de Cristo,
o sea, el 25/12 del año 1 Antes de Cristo. ¿Por qué
no existe el año cero?
Simple: ese número no existe en la numeración romana, y
la numeración árabe (hindú, para ser más exactos,
que incluía el cero) recién será difundida
en Occidente por el Papa Silvestre II en el siglo X y Fibonacci en el
XIII. Pero además, aunque hubiera existido el número cero,
si se trata de contar elementos es ilógico numerar
“cero”
a uno de los elementos que se cuenta.
Realizando cálculos llegó a la conclusión que Cristo nació en Diciembre del año 753 desde la fundación de Roma (Ab Urbe Condita = AUC), por lo cual designó el 1 de Enero del siguiente año (754 AUC) como el primero del primer año de
Hasta ahora todo bien, pero… acá empieza el baile. Con el
tiempo los cálculos de Dionisio comenzaron a ser cuestionados con fundamentos
de diferente valoración, que minaron su autoridad y contribuyeron
a que se instale la idea de que cometió varios
errores. Si uno lee artículos y opiniones, se da como un hecho que cometió, al menos, un error de cuatro años al
calcular el año del nacimiento de Cristo.
Esto se ha instalado de una manera formidable en la opinión general de muchos, y los artículos de
internet lo dan como una verdad absolutamente confirmada (incluso algunos
catedráticos de universidades importantes lo ridiculizan como un monje
antojadizo a quien se le ocurrió, un día y por
capricho, cambiar la forma de contar los años).
¿Qué
errores tan graves cometió este monje “pequeño”
que alguna vez fuera llamado “el abad más erudito de Roma”?
Uno de los argumentos en su contra es la ausencia de año cero, pero ya vimos que esa crítica no
tiene asidero; y, más que desprestigiar a Dionisio, pone en evidencia la torpeza de
quien la esgrime (créanme que son muchos).
El siguiente argumento es muy repetido y se puede leer casi como
una “verdad de fe” en Wikipedia y en los artículos de muchos historiadores o pseudohistoriadores. Afirman que Dionisio cometió un error de 4 años porque no contó los primeros cuatro años del reinado de Augusto, en los cuales
no reinó como Augusto, sino con su nombre original: Octavio. A mi me resulta difícil creer,
sino imposible, que alguien que vivía en Roma y tenía acceso a
todas las bibliotecas y registros del Imperio, haya obviado contar justamente
los primeros 4 años del primer y más reconocido emperador romano… pero dejémosle al argumento el beneficio de la
duda y veamos si se apoya en algo más serio.
Quienes afirman esto dan como prueba que, según el
historiador judío Flavio Josefo, Herodes (bajo cuyo reinado nació Cristo) murió el año 750 AUC (o
sea, el 4 antes de Cristo). Si según la
Biblia Herodes , queriendo matar a Cristo, mandó matar a los menores de 2 años, entonces
Jesús tenía ya algún tiempo de nacido, por lo cual el error
podría ser superior aún.
Dan otro argumento más: Flavio Josefo afirma que Herodes murió entre un eclipse de luna y la Pascua ; y como en el año 4 antes de
Cristo hubo un eclipse en Marzo, un mes antes de la Pascua , dan por descontado
ese año como cierto. Además los reyes que siguieron a Herodes parecen haber comenzado su
reinado en ese preciso año.
A todo esto suman otras pruebas: dice la Biblia que José y María tuvieron que ir a Belén por un censo imperial ordenado por
Augusto, y hay registro de un censo en el año 8 antes de
Cristo. Algunos también se han tomado la molestia de buscar efemérides astrales que pudieran ser asimilables a la “señal en el cielo” de Lucas, lo que llamamos la Estrella de Belén. Por ejemplo el astrónomo alemán Kepler en el siglo XVII determinó que una
serie de conjunciones de los planetas Júpiter y
Saturno (un hecho muy poco frecuente) ocurrieron en el año 7 a . C. y relacionó este hecho con la Estrella de Belén. Muchos aún hoy sostienen esto, aunque cálculos
modernos han demostrado que en esa ocasión los dos
planetas no se acercaron lo suficiente como para impresionar a los observadores
(y además no existen registros de la época). Se han propuesto otros eventos astrales
apuntando a corroborar el error de cálculo de Dionisio: Júpiter y Saturno en el 7
A . de C., Júpiter y la luna en el 6 A . de C., etc.
Sin embargo, otros autores consideran los argumentos anteriores
como meras hipótesis, y las analizan con mayor precisión. Uno de ellos es Juan Antonio Revilla, que en
el artículo “La fecha de la muerte de Herodes y la estrella de Belén”
(http://www.expreso.co.cr/centaurs/steiner/herodes.html
) critica los fundamentos en que se basa la afirmación de que
Herodes murió
el 4 A .
de C. Para una mayor profundización recomiendo la lectura completa del artículo; pero
resumiré los puntos principales:
Sobre el hecho de que los sucesores de Herodes parecen haber
comenzado su reinado el 4 A .
de C., se remite a las investigaciones de John Mosley ("When Was That Christmas Star?”, 1980), quien afirma que Herodes ese año sufrió una degradación política por
parte del emperador Augusto, y que luego de su muerte sus sucesores se “apropiaron” de sus últimos años de gobierno para ocultar tal degradación (un hecho al parecer frecuente).
Sobre la cronología de Flavio Josefo acerca de la muerte de
Herodes y el eclipse, la analiza basándose en la la publicación de Ernest Martin de 1979 ("The Birth of Christ”). Allí se afirma que los proponentes de la teoría de que
Herodes murió
en el ańo 4 AC pretenden que todos los siguientes sucesos
registrados por Josefo ocurrieron en un lapso de sólo 30 días después del eclipse:
-parte del cuerpo de Herodes se agusana,
- lo transportan ida y vuelta a 16 Km de distancia a unos baños termales,
- se convoca a los hombres importantes de la nación,
- su hijo Antipas es ejecutado y
Herodes muere 5 días
después,
- se lleva a cabo un magnífico funeral, y el cuerpo es
transportado 37 Km ,
- comienza un luto de 7 días, seguido de un festín funerario,
- se planea y ejecuta otro luto
público…
y recién entonces, según Josefo, sucedió la Pascua. Es evidente que todos esos
acontecimientos no pueden ser realizados en apenas 30 días. Por eso proponen que es erróneo considerar al eclipse del año 4 A . de C. como el previo a la
muerte de Herodes. Además, ese eclipse fue parcial…
Sin embargo, hubo
dos eclipses totales en el año 1 A . de C.: el 9 de Enero y el
29 de Diciembre, y de éstos el más ampliamente observable en la
zona fue el último. Esto da como años más probable de la muerte de
Herodes el 1 A .
de C. y el 1 D. de C.
Sobre la supuesta fecha del
censo (8 A .
de C.) afirma que existió, pero que, según una inscripción del templo de Augusto en
Ankara, era un censo “para pagar impuestos”, y solo aplicable a ciudadanos
romanos. Propone en cambio otro censo
imperial, registrado entre los años 2 y 3 Antes de Cristo, que sí
obligaba a todos
los habitantes del Imperio, y que ya había sido propuesto por otros
escritores cristianos de los primeros siglos como el censo del empadronamiento
de José y María. Si pensamos que en esa época los censos, por las
dificultades en la comunicación y en el traslado, podían durar más de 2 años, entonces tranquilamente la
fecha propuesta por Dionisio para el nacimiento de Cristo puede ser considerada
como probable.
Finalmente la Estrella de Belén: hace referencia a una conjunción de Venus y Júpiter ocurrida el 17 de Junio
del año 2 A .
de C. (estudiada por Robert Sinnott y John Pratt), visible desde Babilonia, y
que configuró un hecho astronómico sin precedentes, nunca repetido en los
2000 años anteriores o posteriores al hecho.
Este es el fenómeno astral preferido por los astrónomos para asociar a la estrella
de Belén, y bien puede haber marcado el inicio del camino de los Magos hacia
Judea.
Como se ve, la cosa está
bastante
discutida. Y si bien la mayoría de los opinantes dan por
sentado el error de Dionisio, analizando mejor vemos que existen muchas pruebas
que le dan a la cronología de Dionisio un grado importante de
verosimilitud. Pero: ¿se puede analizar el tema desde
otro ángulo? O sea, buscar el nacimiento de Cristo es difícil; pero tal vez nos podamos
aproximar al año de su muerte y, sabiendo que vivió 33 años, calcular en retrospectiva.
La cuestión acá se pone más sencilla, porque la fecha de
la crucifixión cuenta con abundantes datos evangélicos e históricos. En primer lugar, se sabe que la crucifixión ocurrió
un viernes (“día de la preparación”, cf.. Juan
18, 28 y Juan 19, 31); y, además, que fue el día anterior a la Pascua Judía : ésta siempre cae un 15 de Nisan
(mes judío que cae entre Marzo y Abril), por lo tanto Cristo habría sido crucificado el 14 de
Nisan. En ese día se sacrificaban los corderos y
al anochecer comenzaba la cena Pascual (para los judíos el día termina al caer el sol, y allí
comienza el día siguiente, por lo tanto al
anochecer del 14 comenzaba el 15). Se
sabe además, tanto por fuentes cristianas como por fuentes paganas, que Cristo
padeció y murió bajo Poncio Pilatos, cuyo mandato en Jerusalén fue entre los años 26 y 36 D. de C. En este punto me voy a guiar por el artículo de Colin J. Humphreys y
W.G. Waddington,
ambos de la Universidad
de Oxford, titulado “La fecha de la Crucifixión ”
(publicado en la
revista NATURE, vol. 306, 22/29 Diciembre 1983, págs. 743-746). Ellos hicieron un cálculo sencillo: buscaron en qué
año, bajo el gobierno de Pilato,
un 14 de Nisan cayó viernes. Ello ocurrió
sólo en los años 30 D. de C. y 33 D. de
C. Aparecen otras fechas probables, pero
solo si considera la posibilidad de un retraso del mes de Nisan por una mala
cosecha (de lo cual no hay registro) o la suposición de algunos, basada en una
interpretación particular de los Sinópticos, según la cual la Última Cena fue una Cena Pascual
(cosa desmentida por Juan y por muchos autores cristianos de la época, por lo cual es una hipótesis sin demasiado
sustento).
Quedan entonces dos fechas
posibles para la crucifixión: viernes 7 de Abril del 30 AD, y viernes 3
de Abril del año 33 AD. Pero los autores del
artículo
recolectan más evidencia para seguir profundizando.
Como decíamos al inicio del artículo anterior, Lucas dice
claramente que Juan el Bautista comenzó su ministerio el año 15 del reinado de Tiberio en
Roma, y que cuando Jesús se bautizó tenía 30 años. Además Juan afirma que a partir del
bautismo, el ministerio de Jesús abarcó tres Pascuas, incluyendo la de
su crucifixión. Cito el artículo: “Lucas 3, 1-2especifica muy claramente que Juan el
Bautista comenzó su ministerio
en el undecimoquinto año de Tiberio César y que después
bautizó a Jesús. Dependiendo de si utilizamos
el cómputo civil Helenístico (Romano) o el eclesiástico Judío, el año 15 (=340 de la
Era Seleúcida ) sería o bien otoño AD 28-29 o bien primavera AD 29-30 …
La fecha más temprana posible en que Jesús pudo haber iniciado su ministerio
es otoño AD 28, mientras que el evangelio de
Juan da cuenta de tres Pascuas diferentes durante su ministerio (incluyendo la
de la Crucifixión ).
Si se acepta esta evidencia, AD 30 no puede ser el año de la Crucifixión
y AD 33 es la única
posibilidad”. Esta conclusión deja como fecha más probable de la crucifixión el día viernes 3 de Abril del año 33 AD (D. de C.) Si contamos hacia atrás, entonces Dionisio ubicó
el nacimiento de
Cristo en el año correcto. ¿Qué dicen los detractores de
Dionisio frente a esto? En realidad los pocos que conocen estos datos
se limitan a decir que los Evangelios están equivocados y que Cristo debió
tener 37 o 40 años al momento de morir. Reflexionando un poco mas, pienso que tal vez
hay cierto prejuicio sobre la historicidad de los Evangelios, que lleva a
muchos historiadores a considerarlos veraces solo si apoyan sus suposiciones,
pero ni bien entran en contradicción con otra fuente o con sus ideas, simplemente los descartan como fuente histórica. Pienso que algo similar pasa con muchos
autores eclesiásticos de los primeros siglos, como el caso de Sexto Julio Africano
(que hablábamos en el capítulo anterior) y en este caso con Dionisio el
Exiguo. ¿Por qué no pensar que Dionisio calculó
el año del nacimiento de Cristo, no
solo siguiendo los años de los emperadores o por capricho, sino
también calculando la fecha de la
Pascua en que fue crucificado? No olvidemos que el trabajo de Dionisio se
centró precisamente en eso: la elaboración de las Tablas para la
celebración de la Pascua …
Colin J. Humphreys y
W.G. Waddington, en
su mencionado artículo sobre la
Crucifixión ,
no se quedan sólo con eso. Ponen su mirada en
los eventos relacionados con el momento de la muerte de Cristo, muchos de ellos
recogidos en apócrifos y también en los evangelios. Particularmente se centran en el discurso de
Pedro en Hechos 2, 14-21, el día de Pentecostés. En ese momento Pedro, respondiendo a las
acusaciones de los fariseos, recita una profecía de Joel (Joel 2, 31)sobre el oscurecimiento del sol y la luna
vuelta en sangre, y hace referencia a acontecimientos vistos por todos
recientemente. El oscurecimiento del sol
(Mateo 27, 45) es un acontecimiento relatado
por muchos en relación al momento de la muerte de Cristo, junto
con un temblor; y en torno a la probable fecha de la crucifixión hay muchos reportes de fenómenos de ese tipo, en lugares
tan alejados como Bitinia o Nicea; y también el relato de un prolongado
oscurecimiento misterioso del Sol durante la Olimpíada 202 (años 32-33 AD), etc. Los autores sin embargo se centran en la
frase que refiere a “la luna convertida en sangre”, lo cual, en la literatura
antigua, tiene un significado muy específico: un eclipse lunar. Cuando la luna entra en el cono de sombra de la Tierra , la luz atraviesa la
atmósfera y
la refracción elimina el extremo azul del espectro, dejando a la luna de un color
rojizo. Los autores nuevamente buscaron
un eclipse lunar en torno a las fechas probables, y la coincidencia no deja de
ser asombrosa: al anochecer del Viernes 3 de Abril del año 33 AD (o sea, al comienzo de la Pascua Judía ), la luna asomó sobre el cielo de Judea
parcialmente convertida en sangre. Los cálculos, realizados con gran
precisión, solo tienen un margen de error de 5 minutos (es, además, el único eclipse lunar observable
desde Jerusalén mientras Pilato era gobernador).
Sin dudas un hecho semejante no pasó desapercibido entre los judíos, que esperaban ver la luna
llena asomarse en el horizonte al comienzo de la Pascua , y no una “luna de sangre”; y es por eso que Pedro lo
recuerda en su discurso del día de Pentecostés (habían pasado apenas siete semanas)
asociándolo al cumplimiento de la profecía de Joel.
Estamos llegando al fin de este
viaje. Pero, aún a riesgo de cansar al lector,
no quiero dejar de señalar otra enorme coincidencia: este año (2015) el Viernes Santo volverá
a caer un 3 de
Abril, coincidiendo también con el 14 de Nisan hebreo, como hace
exactamente 1982 años. Como si esto fuera poco,
también habrá una “luna de sangre”: aparecerá en nuestro cielo el sábado 4 de Abril a las 9:06. A diferencia de aquella del 3 de Abril del
33, no será visible desde Jerusalén y tampoco desde Europa, África y Oriente Medio (como si
estuviéramos en un momento temporal antitético a la “plenitud de los tiempos”), pero en América podremos verla
parcialmente, mientras que será totalmente observable en Asia, el Océano Pacífico y Oeste de Norteamérica. Pienso que, sin dudas, será
una Semana Santa
muy especial.
Para terminar, volvamos a
Dionisio “el Exiguo”. Nunca sabremos si aquello de “exiguus”
era una característica física o simplemente se
autodenominaba “pequeño” (se refiere a sí mismo como “mea parvitas”) como forma de humildad monástica. De lo que sí estoy seguro, es de que le
debemos una disculpa. Cito las palabras
del astrónomo John Mosley, escritas en 1980, y recogidas en el artículo de J. A. Revilla anteriormente
citado:
“A menudo escuchamos la declaración de que Dionisio el Exiguo
cometió un error de 4
ańos en su cálculo de la fecha de nacimiento
de Cristo, olvidando incluir los 4 ańos que Augusto reinó bajo su nombre original de Octavio. Aunque este alegato ha sido
sancionado por el tiempo, parece ser un mito y no tiene soporte alguno entre
los historiadores. Dionisio era un eminente erudito que vivió en Roma en el siglo VI y que tenía acceso a registros exactos,
incluyendo muchos ya perdidos para nosotros. Los reinados de los emperadores
eran bien conocidos, y él con
certeza estaba consciente del cambio de nombre de Augusto. Dionisio seleccionó cuidadosamente la fecha del 25 de Diciembre, 1 AC , para el nacimiento de
Cristo, y contó
el comienzo de la Era Cristiana a
partir del 1 de enero del 1 DC, 6 días
después, para concordar con el inicio
del ańo romano ordinario, y
probablemente estaba mucho más cerca
de la verdad de lo que le hemos dado crédito.”
Supongo que todos los que, tan a
la ligera, critican a Dionisio e incluso se burlan de sus cálculos, deberían leer más detenidamente estas
investigaciones. Yo, por mi parte,
propongo lo siguiente: cambiémosle el apodo, que no sea más “exiguus”
sino “magno”, porque lo que realizó, en su época y con sus medios, es
verdaderamente una proeza. Y para la Semana Santa próxima, un deseo: que volvamos la
mirada al Cielo; como entonces, en una delicada poesía cósmica, aún nos sigue hablando de ese
hombre que “pasó haciendo el bien” por los caminos de Judea.