jueves, 11 de junio de 2020

La Argentina y los santos que la hicieron grande - Parte 1

Por Selene Peschel

 Los santos fueron un instrumento del amor de Dios para los demás, esto quiere decir que además de vivir en una profunda unión con Dios, esta vida virtuosa contribuyó a mejorar a la sociedad, su lugar de trabajo, su familia, el ambiente en el cual se encontraban, y por supuesto, llegaron a engrandecer a su Patria. ¿Cómo? Aquí algunos ejemplos de santos argentinos y otros próximos a serlo:


El cura gaucho que transformó un pueblo

El “cura” Brochero (1840-1914) fue un cordobés con coraje que no sólo acercó a las almas a Dios sino que se preocupó por su bienestar. Gracias a sus gestiones se construyeron caminos que unieron a los pueblos de la región de Traslasierra, aislados hasta el momento y con gran dificultad de accesibilidad. La lucha incansable de este primer sacerdote santo argentino logró con el tiempo que se extendiera el recorrido del ferrocarril para unir a las comunidades, también construyó escuelas y él mismo tomó la pala para levantar las paredes de su parroquia. Brochero no tuvo miedo de embarrarse por amor a su rebaño.

El que fuera obispo de esas tierras cordobesas, monseñor Santiago Olivera (diócesis de Cruz del Eje) dijo sin más rodeos que este santo cura fue un “ejemplo de ciudadano, héroe patriota, prócer de nuestra tierra y un faro que nos ilumina”. ¿Exagerado? Claro que no. Brochero murió contagiado por atender a los argentinos enfermos de lepra. El sabía el riesgo que corría, pero ¿Qué vale más que un alma? No hay más que agregar a las palabras de Olivera, al describir a este cura gaucho de nuestro país: “Él fue un hombre que se puso la Nación al hombro. Brochero supo trabajar en su pueblo para que no esté cortada la comunicación entre Traslasierra y la ciudad de Córdoba y también con Buenos Aires”. Sin olvidar que fue el gran difusor de ejercicios espirituales y que muchos hacían largas travesías para asistir a ellas, este curita realmente sirvió a sus hermanos en la dimensión integral de la persona humana.


La primera mujer argentina beata eligió y sirvió a los más pobres

María del Tránsito Cabanillas (1821- 1885) es la primera mujer argentina que, cómo se dice en la iglesia, “fue elevada a los altares”. Hoy es beata, el paso previo a ser considerada santa. Ella participó activamente desde pequeña en grupos católicos visitando a pobres. Antes de fundar una orden, asistió a numerosos enfermos a raíz del cólera que sufrió la localidad cordobesa en 1867 y en la que murieron más de 4 mil víctimas.

¿Quién era? Otra cordobesa que, atraída por el espíritu franciscano, se hizo religiosa y fundó,a los 57 años, un instituto para atender a los más pobres y educar a los niños, sobre todo a las mujeres y campesinas: la congregación de Hermanas Terciarias Misioneras Franciscanas, en la Argentina. ¡Qué hermoso saber que la primera mujer- beata argentina eligió a los pobres, su servicio fue hacia ellos! Dedicarse a la educación de las niñas con menos recursos es dedicarse a las futuras generaciones de un país. Es pensar en que ellas merecen una vida digna, acceso a la educación y de manera gratuita. Cabanillas no solo atendió con amor a los pobres sino que también lo vivió, “cultivó la pobreza hasta el extremo y la frugalidad de costumbres”, cómo todo franciscano vive.

Para terminar esta primera parte- de los que serán varias entregas- sobre aquellos argentinos que engrandecieron a la Patria, acercamos hoy, estos dos primeros que manifestaron que el amor de Dios siempre transforma, cambia, transgrede o incomoda no solo el corazón del hombre sino a la tierra donde Dios no ha llamado a sembrar.



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