lunes, 8 de febrero de 2016

“La Acción Católica tiene que estar en la cancha”

Primera parte de la entrevista a Silvina Tau, la presidente de la Acción Católica de La Plata. Narra sus primeros pasos en la institución, las crisis más recientes de la conducción platense y los desafíos dentro de la Iglesia.



Por Juan Pablo Olivetto Fagni


Nos vimos unas semanas después de que la reeligieran por otros tres años como presidente de Acción Católica en la arquidiócesis de las diagonales. Había sido una jornada intensa. La entrevista fue en el salón de la planta baja de la sede, que queda a dos cuadras de la Catedral. Charlamos de todo.


¿Hace cuánto que militás en la Acción Católica?

Estoy en la Acción Católica desde… (intenta recordar el mes, y lo recu

erda) marzo del ´81. Originariamente soy de la parroquia San José. El 21 de noviembre, en la fiesta de Cristo Rey, se oficializó el centro, el círculo, como se le solía decir en esa época. Éramos 12 mujeres y 12 varones, y terminada la celebración el cura, que era el padre Mancuso, constituyó la Comisión Directiva y puso un presidente, un vice y a mí me tocó ser secretaria. Salí y le pregunté a mi mamá: “¿Qué hay que hacer?” Porque mi mamá estaba en la Acción Católica, mi papá fue delegado diocesano de Aspirantes; medianamente en la familia, digamos, como que se entendía un poco lo que era la Acción Católica. Eso fue el comienzo. Después estuve 3 años en la parroquia. En el ´84 hubo asamblea diocesana y me proponen como delegada de mayores.

Mientras tanto también estudiabas, ¿no?

Sí. Yo estaba terminando la facultad; tenía la misma edad de los que dirigía. Entonces dije: “Bueno, no me conoce nadie, ¿quién me va a votar?” Y entré. A mitad del trienio hubo una crisis y se disolvió el consejo. Terminé siendo delegada de mayores en un consejo que era muy chiquito: de veintipico terminamos ocho o nueve; fue todo un replanteo que después vino en la Acción Católica.

¿En qué otros grupos dirigiste?

Después fui delegada de prejus, y terminé como presidente diocesana por dos trienios. Después de 12 años en el diocesano fui al nacional, y en éste estuve 9 años. Para esa altura ya me había casado, estaba trabajando, tenía los chicos, y dije: “bueno, no hago nada”. Y me dediqué al tema del trabajo, y desaparecí. Seguí colaborando en los campamentos, en cuanto a la escritura en el nacional, en cuanto a la formación. Y hace 3 años atrás, Adriana, que era la que estaba de presidente, me propuso que fuera secretaria del consejo. Yo estaba yendo a Magdalena, donde tenemos una casa. Me llama para decirme: “¿qué estás haciendo?” Era la una y media. “Bueno, estamos acá en la asamblea. Acá hay un listado en el que figurás”. Yo dije “bueno, después de tantos años que uno ya no está”… No tenía tanto contacto en la diócesis, no voy a sacar ningún voto. Saqué todos los votos. Nunca más puedo confiar en los votos (suelta una carcajada). Así que bueno, me vine.

¿Cómo evaluás ese trienio?

El balance de ese trienio con Adriana, no creo que fue lo mejor de mí en la Acción Católica. Porque también se había enfermado mi mamá y fue un trienio que para mí se peleó mucho, desde dentro y desde fuera con cosas que no tenían sentido. Me parece como que se había perdido un poco el rumbo. Y bueno, cuando me llama monseñor Baisi el trienio pasado y me pregunta qué opinaba de la Acción Católica, le dije esto: que para mí no estábamos haciendo las cosas que teníamos que hacer. Cuando él me propone de ser presidente la verdad me cayó como un balde de agua fría. Lo que sí le pedí es tener una ayuda, y también desde la jerarquía. Pero que sea una ayuda real.

¿Qué balance sacás de los cuatro años que pasaron y cómo proyectás el trienio que viene?

Y del primer “cuatrienio”, el primer año y medio fue muy difícil. De hecho se comenzó con una asamblea en la que hubo muchas renuncias de gente que estaba propuesta, porque no salía lo que se quería o lo que se esperaba. Me acuerdo que, sentados en esta mesa, a la cuarta renuncia dije: “o paramos, o nos vamos todos”. Porque si cada uno de nosotros porque no nos gusta algo nos vamos... Me parece que cuando hay una crisis todos tenemos que poner el hombro. Y me parece que bueno, en estos cuatro años fue poder reubicar a la Acción Católica en la diócesis y reubicar en el fin: la evangelización, y el poder estar en las distintas pastorales. Hubo gente que lo entendió y siguió, y hubo gente que no.

No fue fácil…

Hubo actitudes o cosas que nosotros tuvimos que hacer, como cuando vos tenés que operar y a veces tenés que cortar y a nadie le gusta —al cirujano tampoco—, pero bueno,  a veces tenés que llegar a la herida para poder cicatrizar. Y eso fue lo que nos tocó hacer a nosotros. Y este trienio, me parece que es afianzar lo que se pudo lograr.

¿Algún ejemplo puntual de lo que se hizo?

Las inundaciones hizo que cada uno de nosotros, no sólo desde lo personal sino como institución, saliéramos a responder. Y esto no sólo se vivió a nivel diocesano, sino también a nivel nacional. Cuando vino el consejo nacional, la gente de Lomas de Zamora, de San Martín, de Quilmes a colaborar y a ponerse en el hombro… Bueno, fruto de eso es la parroquia de La Paz [donde se creó un grupo juvenil de AC]. Ahí es cuando se notó que la Acción Católica tiene que estar en la cancha.

¿Para dónde vamos?

Afianzar la institución, pero desde lo que pide Francisco de la Iglesia en salida. Nuestros asesores insisten en Aspirantes: que cada parroquia tenga una continuidad de la catequesis, y eso es lo que uno trata. Lo que pasa es que no tenemos recursos humanos. Por ejemplo, en la asamblea [se vio]: no hay responsable de Adultos, no hay responsable de Formación; lo mismo que le pasa al diocesano también le pasa a las parroquias. Pero también me parece que hay que trabajar mucho más el compromiso, porque si no es como que siempre se recargan las personas. En Sectores, me parece que hay una… esto de pastoral social, que hayamos estado en la exposición del libro católico, en los congresos que se hicieron. Pero hablando con Baisi, ahora para este trienio era poder estar más con la mano de obra, lo que antes era profesionales y los que estaban en el mundo obrero. Creo que a ese mundo obrero bien entendido nosotros no estamos llegando. Puede haber una pastoral juvenil y estamos participando, una pastoral universitaria y también, en la pastoral secundaria hay gente, pero no hay una pastoral obrera. La idea es desde la música o desde el arte… darle una vuelta de tuerca, que va a tener que trabajar con algún joven intermedio. Y bueno, un poco retomar entre todos el área Adultos, que la verdad me preocupa.

¿Por qué?

Porque fue un trienio que se cerraron, y se seguirán cerrando círculos de MAC [Mujeres de Acción Católica], y de hombres, porque no hay gente, porque no se renueva, porque la gente se muere. Y la verdad es triste. Uno siempre estaba acostumbrado a abrir. “¡Uy, qué lindo! Abrimos aspirantes. ¡Uy, qué lindo! Abrimos prejuveniles”. Y realmente tener que poner una placa como tuvimos que poner en San Francisco… Qué se yo, 80 años de Acción Católica con una presencia, y vos digas “no hay nadie”. Catedral, que tenía, no hay nadie. Sagrado Corazón, que toda la vida hubo, no hay nadie. O la gente que queda está en silla de ruedas, tienen 80 años, son dos o tres. Que no pueden, y con dolor te lo dicen “no tenemos a quién pasar la posta”. Se reacomodan las que quedan en otras parroquias.  O parroquias en donde falta la articulación con los jóvenes.

¿Y con las nuevas cómo se hace?

Después bueno, hay que conquistar otras parroquias, hay sacerdotes que habiendo visto las cosas que se hicieron, piden. El tema es que lo que uno sabe, es que se necesita gente que sea referente. No sirve que vaya alguien de afuera. Por ahí se te enojan, pero bueno. No es ya. Conseguime a alguien y vemos.

¿Y a los jóvenes de Acción Católica cómo los ves?


Creo que crecieron un montón, pero me parece que falta ahondar un poco más en la formación real, y el compromiso concreto. O sea, se está, hacemos tal cosa y sabés que 200 jóvenes, 100 jóvenes tenés. Por ahí en este momento es el motor que más anda. Pero me parece que hay que afianzar un poquito las piernas. Cuando yo compartí con la gente que se iba a oficializar, salió el tema de la Evangelii [Gaudium], y qué se yo, bueno ¿y la leyeron? O qué se yo, qué dijo el obispo, o qué piensa mi párroco. Creo que hay que mejorar también esa relación con la jerarquía… en algunos. En otros está bastante piola. No es lo mismo tener un encargado de la formación o no, por ejemplo. Depende de los tintes de las parroquias.

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