sábado, 20 de septiembre de 2014

Con-sumo respeto

Por X

La libertad es un bien al cual no se puede comprar, todos nos sentimos libres puesto que nos podemos mover de un lado al otro sin restricción alguna, podemos sentir, trabajar y vivir como queramos, nuestra vida, en definitiva es libre.

Ahora bien, desde nuestra televisión se puede observar una realidad distinta que nos hace comprender que somos víctimas de la inseguridad, somos esclavos de los ladrones y también podemos ver, en el mismo canal pero en la propaganda, miles de anuncios que nos invitan a poseer cosas de innumerable valor que nos dan el mote de consumidor.
Ya no soy yo, ni sos vos, ni existe el trabajador, existe el consumidor y con él estos derechos que nos permiten ejercer cuanta acción exista en contra de las cadenas comerciales que, de manera sistemática nos embaucan y nos venden gato por liebre.
El consumidor es la síntesis del siglo 21,  debemos serlo porque si no, no somos ciudadanos de a pie que compran todo lo que nos venden.
Ahora bien ¿Alguien puede no ser consumidor? ¿Aquél que compra un auto, un televisor LED, una Heladera No Frost, un Lavarropas o una excelente camisa es tan consumidor como el que no alcanza a dichos bienes? ¿Los bienes a los que todos tenemos acceso son potables para todos nuestros hermanos?
Todas estas preguntas tienen una respuesta, Sí. Todos tenemos acceso al mercado puesto que todos partimos de la premisa de igualdad, premisa que fue morigerada en el derecho a través de distintas herramientas pero que no hacen más que partir de aquella idea de igualdad.
La libertad que todos pretendemos, me obliga a introducir el siguiente ejemplo: En un centro comercial de la Ciudad de Buenos Aires concurren un empleado público, un empresario y un albañil, a comprar la misma heladera. El empelado público la puede comprar en cuotas con la tarjeta de crédito, el empresario puede hacer la misma compra pero con otra tarjeta y con un descuento especial y con un límite de compra más abultado, el albañil-trabajo no registrado-accede al bien con un crédito personal con una tasa de interés alta y con un precio final que supera abultadamente al marcado. ¿Todos son libres de acceder al bien? Sí ¿Todos tienen las mismas ventajas? Sí ¿Todos terminan gastando lo mismo? No.
En el mismo centro de compras, deciden ver ropa de vestir visto que los tres irán al mismo casamiento. El empleado público antes de entrar observa la vidriera y decide ingresar, el albañil hace lo mismo, el empresario con sólo ver la marca ingresa. Los precios son los mismos y las camisas las mismas ¿Los tres podrían comprar? Si ¿Los tres compraron? NO.
Como vemos, las posibilidades de ingresar al mercado son las mismas, pero los resultados son opuestos, de ahí que esta pantalla del consumidor es, en definitiva, una mentira.
Las diferencias sociales y el incentivo al consumo dejan de lado a millones de personas por día, nos horrorizamos al ver en el televisor las noticias de robos y hurtos, pero no nos preguntamos sobre la verdad detrás de la realidad proyectada.
Las cadenas comerciales y las marcas, generan una tendencia que nosotros mismos no podemos evitar de sentir, las diferencias de ingresos y las diferentes formas de acceder a los bienes publicitados crean una división entre todos nosotros ¿Nos sigue asombrando la inseguridad? ¿Nos sigue preocupando los robos o lo que más nos preocupa es quedarnos fuera del comercio?
Creo que ambas, y todo tiene un sentido. Veamos: dijimos que el mismo canal de televisión que nos informa sobre los robos es el mismo que nos publicista la heladera y la tarjeta de crédito, entonces, ese canal de TV nos bombardea desde la tierra y desde el aire con miedos y no nos deja otra chance que salir urgente a comprar la TV nueva, la Heladera y el Celular pero también, nos obliga a salir a la calle con miedo a que nos roben o a que nos pase algo malo.
Imaginemos que a la misma hora ven la televisión unos pibes que limpian vidrios en las calles, el empresario, el albañil y empleado público, imaginen ahora ¿Quién se siente más seguro?
Nuestra libertad se siente acorralada por un sistema de financiamiento al que muchos no pueden o no podemos acceder y por un sistema que parte desde una igualdad dibujada.

Por ello, no podemos pensar que estamos libres de hacer y de acceder a lo que queramos ,porque todos no tenemos las mismas oportunidades. Por eso, no nos dejemos embaucar y no creamos que todos somos consumidores, a gatas somos unos necesitados.

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