Selene Peschel
¿Qué es la libertad? En resumidas
palabras es la facultad
y derecho de las personas para elegir de manera responsable su propia forma de
actuar dentro de una sociedad.
Claro, que entendiendo que la verdadera libertad
consiste en la elección del bien.
Si se
piensa en la juventud, ésta es víctima de muchas “modas” y algunos hábitos, que
no son nada sanos para su desarrollo y, muchas veces, hacen que esa elección no
sea la mejor. Un ejemplo claro: el viaje de fin de curso de los estudiantes y
el llamado festejo “El último primer día”
de clases.
En el
primer caso, la mayoría de los estudiantes cuando finalizan sus estudios, sean
primarios o secundarios, se van de viaje para celebrar este acontecimiento y se
convierte en un peregrinar de salidas nocturnas y una ocasión para experimentar
nuevas sensaciones un tanto descontroladas. Rara vez, esta especie de
“excursión juvenil” propone alguna idea altruista o premiar al joven que,
supuestamente, gracias al esfuerzo del estudio, logró obtener su título. Los
padres invierten mucho dinero y hasta se organizan eventos, durante el año
anterior al viaje, para llegar a obtener la suma necesaria para pagar esta
travesía.
Un
viaje de egresados “fuera de moda”
En esta
ocasión, no pretende este artículo hacer un análisis de esta práctica, sino
presentar la propuesta de un grupo de directivos, docentes y alumnos que
haciendo uso de su libertad eligieron, junto con sus padres, no hacer lo que la
moda proponía sino remar contracorriente y ser partes de un cambio. Este es el
caso, del Colegio “San Antonio de Padua”, ubicado en diag. 80 e/39 y 40 de la
ciudad de La Plata, que llevó adelante un viaje de fin de curso de chicos de
sexto grado a la localidad de Tandil. (Fotos 1, 2, 3, 4 y 5). Allí, el plan no fue pasear de boliche en
boliche a los doce años, sino que realizaron actividades recreativas al aire
libre, como lanzarse por la tirolina; y actividades deportivas, como el fútbol,
largas caminatas y recorridos por los bellos paisajes tandilenses con vistas a
la ciudad, como así también algunas charlas y entretenimientos que ayudaron
a la nueva etapa que iban a iniciar los
adolescentes, entre otros temas de su interés. A su vez, se organizó una visita
al famoso Via Crucis local.
Al
finalizar esta verdadera travesía, los rostros de los niños demostraban el
resultado de esta propuesta. La iniciativa pudo llevarse a cabo gracias a la
labor conjunta del párroco de la iglesia homónima, los directivos, los padres,
los maestros y algunos colaboradores de la comunidad parroquial que ofrecieron
parte de su tiempo libre para hacer posible este sueño. ¿Llevó tiempo preparar
esta salida? Sí. ¿Fue fácil? No. ¿A los chicos les gustó? Les encantó. ¿Es
posible no seguir las modas que, muchas veces, el único fin es el negocio y no
la diversión sana que incluye un pleno desarrollo de estos jóvenes? Sí, claro
que es posible, sobre todo si es un trabajo conjunto. Además, esta iniciativa
se repitió en sucesivos años y, que muchos otros colegios también eligen hacer
algo distinto y superados para sus alumnos.
“El
último primer día” para ayudar a los niños hospitalizados
Otra moda
entre los jóvenes se llama “El último primer día”, en la cual, los estudiantes
secundarios que ingresan al tramo final del ciclo deciden pasar toda la noche
despiertos, ya sea haciendo reuniones entre compañeros o fiestas, con el solo
fin de asistir, el día siguiente a clases, sin dormir.
La ciudad
de La Plata fue una de las mayores adherentes a esta iniciativa “tan
revolucionaria”, entre otras capitales, y cientos de jóvenes colmaron las
plazas, bares y boliches en el último día de clases. Este fenómeno, sin
dudarlo, atrajo la atención de los medios y fue graficado en varias páginas a
todo color, pero existieron otros platenses que decidieron en su plena
libertad, y ya desde el año pasado, celebrar de otra forma. Así, los chicos del
mismo colegio “San Antonio” fueron quienes, en vez de gastar su dinero en
alcohol o pirotecnia, destinaron ese monto para un fin superador. Es decir,
celebraron esta alegría compartiéndola con los demás.
De este
modo, con el dinero que lograron reunir, compraron útiles escolares para
donarlos a la escuela que funciona en el Hospital de niños local “Sor María
Ludovica”. Sí, los jóvenes alumnos terminaban su proceso de estudio pero
ayudaron a otros a que pudieran iniciar el suyo. ¡Qué mejor manera de celebrar!
Al sentirse ellos afortunados de poder estudiar quisieron que otros tuvieran
esa misma oportunidad. Y la única resaca de esta medida solo fue más alegría y
un corazón rebosante (Foto 6). Cabe
destacar, que el director de la institución educativa, Mariano Sagaste, fue uno
de sus impulsores.
Dios nos
dio libertad, pero si es bien entendida, el abanico de elecciones en infinita,
sobre todo cuando se trata de hacer el bien, de pensar en una meta más alta que
el mero “pasatiempo”. ¿Es posible que los jóvenes se involucren y sean
protagonistas de algo transformador? Sí, es posible. Otra juventud sana y
comprometida siempre es posible. Entonces ¡Qué viva la libertad!
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