sábado, 18 de julio de 2015

Jóvenes sin viaje de egresados y solidarios, un ejemplo de libertad

Selene Peschel


¿Qué es la libertad? En resumidas palabras es la facultad y derecho de las personas para elegir de manera responsable su propia forma de actuar dentro de una sociedad. Claro, que entendiendo que la verdadera libertad consiste en la elección del bien.
            Si se piensa en la juventud, ésta es víctima de muchas “modas” y algunos hábitos, que no son nada sanos para su desarrollo y, muchas veces, hacen que esa elección no sea la mejor. Un ejemplo claro: el viaje de fin de curso de los estudiantes y el llamado festejo “El último primer día”  de clases.
            En el primer caso, la mayoría de los estudiantes cuando finalizan sus estudios, sean primarios o secundarios, se van de viaje para celebrar este acontecimiento y se convierte en un peregrinar de salidas nocturnas y una ocasión para experimentar nuevas sensaciones un tanto descontroladas. Rara vez, esta especie de “excursión juvenil” propone alguna idea altruista o premiar al joven que, supuestamente, gracias al esfuerzo del estudio, logró obtener su título. Los padres invierten mucho dinero y hasta se organizan eventos, durante el año anterior al viaje, para llegar a obtener la suma necesaria para pagar esta travesía.

Un viaje de egresados “fuera de moda”
            En esta ocasión, no pretende este artículo hacer un análisis de esta práctica, sino presentar la propuesta de un grupo de directivos, docentes y alumnos que haciendo uso de su libertad eligieron, junto con sus padres, no hacer lo que la moda proponía sino remar contracorriente y ser partes de un cambio. Este es el caso, del Colegio “San Antonio de Padua”, ubicado en diag. 80 e/39 y 40 de la ciudad de La Plata, que llevó adelante un viaje de fin de curso de chicos de sexto grado a la localidad de Tandil. (Fotos 1, 2, 3, 4 y 5).  Allí, el plan no fue pasear de boliche en boliche a los doce años, sino que realizaron actividades recreativas al aire libre, como lanzarse por la tirolina; y actividades deportivas, como el fútbol, largas caminatas y recorridos por los bellos paisajes tandilenses con vistas a la ciudad, como así también algunas charlas y entretenimientos que ayudaron a  la nueva etapa que iban a iniciar los adolescentes, entre otros temas de su interés. A su vez, se organizó una visita al famoso Via Crucis local.
            Al finalizar esta verdadera travesía, los rostros de los niños demostraban el resultado de esta propuesta. La iniciativa pudo llevarse a cabo gracias a la labor conjunta del párroco de la iglesia homónima, los directivos, los padres, los maestros y algunos colaboradores de la comunidad parroquial que ofrecieron parte de su tiempo libre para hacer posible este sueño. ¿Llevó tiempo preparar esta salida? Sí. ¿Fue fácil? No. ¿A los chicos les gustó? Les encantó. ¿Es posible no seguir las modas que, muchas veces, el único fin es el negocio y no la diversión sana que incluye un pleno desarrollo de estos jóvenes? Sí, claro que es posible, sobre todo si es un trabajo conjunto. Además, esta iniciativa se repitió en sucesivos años y, que muchos otros colegios también eligen hacer algo distinto y superados para sus alumnos.
 
“El último primer día” para ayudar a los niños hospitalizados
            Otra moda entre los jóvenes se llama “El último primer día”, en la cual, los estudiantes secundarios que ingresan al tramo final del ciclo deciden pasar toda la noche despiertos, ya sea haciendo reuniones entre compañeros o fiestas, con el solo fin de asistir, el día siguiente a clases, sin dormir.
            La ciudad de La Plata fue una de las mayores adherentes a esta iniciativa “tan revolucionaria”, entre otras capitales, y cientos de jóvenes colmaron las plazas, bares y boliches en el último día de clases. Este fenómeno, sin dudarlo, atrajo la atención de los medios y fue graficado en varias páginas a todo color, pero existieron otros platenses que decidieron en su plena libertad, y ya desde el año pasado, celebrar de otra forma. Así, los chicos del mismo colegio “San Antonio” fueron quienes, en vez de gastar su dinero en alcohol o pirotecnia, destinaron ese monto para un fin superador. Es decir, celebraron esta alegría compartiéndola con los demás.
            De este modo, con el dinero que lograron reunir, compraron útiles escolares para donarlos a la escuela que funciona en el Hospital de niños local “Sor María Ludovica”. Sí, los jóvenes alumnos terminaban su proceso de estudio pero ayudaron a otros a que pudieran iniciar el suyo. ¡Qué mejor manera de celebrar! Al sentirse ellos afortunados de poder estudiar quisieron que otros tuvieran esa misma oportunidad. Y la única resaca de esta medida solo fue más alegría y un corazón rebosante (Foto 6).  Cabe destacar, que el director de la institución educativa, Mariano Sagaste, fue uno de sus impulsores.
            Dios nos dio libertad, pero si es bien entendida, el abanico de elecciones en infinita, sobre todo cuando se trata de hacer el bien, de pensar en una meta más alta que el mero “pasatiempo”. ¿Es posible que los jóvenes se involucren y sean protagonistas de algo transformador? Sí, es posible. Otra juventud sana y comprometida siempre es posible. Entonces ¡Qué viva la libertad!

    

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